Capítulo 17

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Dave POV

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Dave POV.

—¿Podríamos dejar de lado el tema sexual? —cuestiono cuando yo logro zafarme de su agarre en mi entrepierna y aguantar la toalla para evitar que se vuelva a caer.

—¿Por qué? —Replica con una sonrisa sarcástica.

—Porque esto no es divertido. — Respondo haciendo una mueca. Camino hacia la cama y miro el interior de unas de las bolsas de compras sacando una camisa de color blanco de corte un poco más ajustado a lo que suelo usar. Abro el cuello de la sudadera y compruebo que efectivamente es mi talla. La M resalta bordada en la pequeña etiqueta. ¿Cómo sabe mi talla? seguro que ha cogido mi camiseta mientras estaba dormido y la ha revisado.

—Esto no debe ser divertido, tiene que ser caliente —dice con un tono de malicia cuando se posa al lado mío. Levanto la mirada y encaro sus ojos azules.

—Estas como que muy lanzado hoy, ¿No crees? —Tomo la prenda azul y la voy colocando lentamente por mis antebrazos— ¿Podrías salir para poder vestirme? Por favor.

—No quiero. —Hace un puchero que a pesar de que ronda los treinta y tantos años, se le ve muy bien.

—No estás pensando con claridad, Max. —Me alejo de él para buscar entre las otras bolsas sacando el resto de la ropa, un jean negro y ropa interior de Calvin Klein.

Él se acerca y me rodea pegando su firme pecho a mi espalda. Pasa sus brazos por mi cintura encerrándome más y hunde su barbilla en mi hombro, susurrando.

—Créeme que estoy pensando, y mucho. Si no lo hiciera ya te hubiese follado aquí, ahora mismo. Tan fuerte y profundo que te correrías sin tocarte. Y no lo he hecho todavía.

—Por dios. ¿Siempre piensas cosas pervertidas? —Digo apartándome de su agarre una vez más.

—Puede que lo haga. Depende de la persona. —Camina hacia la puerta y la abre, sus orbes azulados impactan con los míos, tiene ojos tan preciosos—. Apresúrate —dice por fin saliendo de la habitación.

Tomo mi vestimenta y termino de alistarme. A mi sorpresa, la ropa me queda perfecta, como si la hubiese comprado yo mismo en uno de los centros comerciales a los que suelo ir. Pero la diferencia de marcas y precios es exorbitante.

Siempre me ha interesado un poco vestirme bien, a la moda, con ropa de calidad, no necesariamente costosa, pero teniendo en cuenta que mi madre hace todo lo posible para pagar mi universidad, el alquiler y algunos gastos, no podría pedir más. Pero con los ingresos que ahora recibo con las pasantías, podría pagar todo por el resto de mi semestre, que en realidad falta tan poco tiempo para graduarme, solo un par de meses.

Salgo de la habitación sin antes tomar mis pertenencias. Bajo las escaleras de mármol y madera hasta la estancia. Max espera a un lado del sofá, de pie. Camino hacia él, hasta estar a su lado. Él toma las llaves de la pequeña mesa de cristal del salón, y me indica con sus manos que salga primero, de la lujosa casa. Ya en el garaje, nos montamos en el coche y por fin salimos rumbo al trabajo.

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—¿Qué quieres pedir? —Me señala el amplio menú de la cafetería del edificio. Equipada con toda una variedad de comidas y platillos. Desde desayunos americanos y europeos, almuerzos de una gran cantidad de países, hasta meriendas y bocadillos de antojos para las horas de descanso. No contaba con batidos como en Starbucks ni con cenas incluidas porque todos los trabajadores solían salir a la misma hora en la tarde, y por ende las personas encargadas de llevar el lugar, también debían marcharse a su casa. Para luego volver a la misma rutina de todos los días en "Williams INC." por 5 días a la semana.

—Cualquier cosa esta bien para mí —digo mirando el lugar, es temprano aun, no han llegado nadie, las mesas blancas de cristal frente a los grandes ventanales que muestran la escultural y magnifica vista de toda New York yacen vacías en su totalidad, es que no es para menos si hemos llegado una hora antes de lo estimulado para comenzar la jornada.

Él toma las bandejas de comida, que le da una de las señoras del servicio y se encamina a uno de los tantos puestos disponible. Elige uno de los más cercanos a la puerta, pero que no se pierde ningún detalle de la ciudad.

Me siento frente a él y percibo el delicioso olor del Croissant dorado, con el zumo de naranja recién exprimido, que ya había tenido oportunidad de probar antes junto a Eva, y he de decir que es uno de los mejores que he probado en mucho tiempo. A demás de la brillante manzana roja. Él tiene lo mismo, pero con un Cappuccino súper cargado, como sé que le gusta por habérmelo dicho en varias ocasiones.

—Buen provecho. —dice mirándome fijo y mostrando una sonrisa arrolladora.

—Igual para ti. —Yo solo asiento sintiendo mis mejillas sonrojarse un poco, porque me estoy metiendo un trozo de Croissant, y sé que no ha despegado la mirada de mis movimientos.

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CAPÍTULO EDITADO.

Nota del día en que publique el capítulo originalmente:

Lo siento por no haber publicado antes, pero ya volví con todo, gracias a las personas que se preocuparon porque no actualizaba. ¡Los amo mucho!

Ah, por cierto. ¿Nadie conoce un Sugar Daddy para que se venga a vivir conmigo y me compre el iPhone X?

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ROLLERCOASTER © (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora