37: Voinchet.

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De verdad creí que iba a morir. Branden, Amelia y Sean fueron quienes me salvaron de morir. Adam llegó en cuanto una de las gemelas le marcó y me sorprendí de ellas. Amelia y Sean se encargaron de sacar a las gemelas del lugar en el que se encerraron mientras Samuel, Saint y Anabelle se iban del lugar, sin poder haber sido capturados por Branden. Adam se encargó de llevarme al hospital y así llegué ahí. No se me permitió verles un par de días y me sentí algo frustrada. Me tomaron una declaración vieja y esa fue la única intervención policial en el hospital. Me cambiaron de habitación y ahí vi a las personas con las que vivía en la mansión. Mi padre llegó y discutí con él sobre mi amor por Adam. Y no fue algo agradable, ya que fue la última conversación que tuve con él.

Me dieron de alta, y ya que Adam debía ir por las niñas, yo me quedé con Angie. Me hicieron sentir un poco inútil, porque debía quedarme quieta y es algo que no me gusta. Me encerraron en el cuarto de Adam y ahí estuve toda la mañana hasta el almuerzo mientras él arreglaba los asuntos de la mansión asaltada. Bromeamos, nos besamos y hablamos como lo hacíamos normalmente. Pasé todo el día acostada, dormí demasiado como para poder dormir por la noche así que le pedí a Adam que me mimara un rato. Lo hizo gustoso; me besó, me peinó el cabello, me dijo cosas preciosas al oído y me cantó, aunque no lo hace bien, me hizo sentir especial.

-Dormimos juntos, puedo asegurarlo porque en la mañana me desperté para ir al baño y él estaba ahí, dormido -trago duro-. Me volví a acostar a su lado y dos horas después, él despertó y me sirvió el desayuno. Eso fue lo que pasó.

O al menos, lo que mi cerebro se obliga a creer que pasó.

-La señorita Amaia ha declarado -dice la jueza-. Ahora, sería bueno escuchar la palabra del señor Martier tercero.

Branden se levanta y me ayuda a bajar del estrado. Tengo miedo de lo que pueda hacer, por su sonrisa, no puedo siquiera sentirme bien con esto. No puedo dejar de pensar en lo siniestra que se ve.

Tomo asiento al lado de Amelia y le tomo la mano con fuerza, porque sé que algo malo pasará.

-Díganos su parte de la historia, señor Branden -dice.

-Adam Voinchet es un agresivo compulsivo -se encoje de hombros y el alma se me va a los pies-. Golpeó a Samuel el día de mi boda con Amelia, y casi golpeó a Amaia. Siempre que veía a Amaia en el mercado, luego de que se casaran, ella tenía moretones en el cuerpo. Él la ha obligado a esto.

- ¡No, no, no! -Exclamo, asustada hasta la médula-. No, es mentira, por favor...

La jueza me lanza una mirada asesina y me obliga a sentarme de golpe. Branden se encarga de destruir a Adam en el estrado, y se sienta al lado de Amelia en la silla que le corresponde. El corazón me golpea con fuerza contra el pecho y siento que explotaré de nervios. No puedo con tanta presión, no puedo, no puedo.

-Señorita Foissard -dice la jueza-. ¿Es verdad que el señor Voinchet la hería? Recuerde que aquí él no podrá hacerle daño y que si ha sido así, entonces él no va a salir impune.

-No, señora jueza -respondo-. Adam nunca me ha golpeado, lo juro. Siempre ha sido un hombre muy amable. El día que golpeó a Samuel en la boda de Amelia fue porque Samuel me golpeó a mí.

-De cualquier forma, es una conducta agresiva que no debió pasar -replica-. Este caso iría un poco largo, y siento que no tiene mucho sentido. ¿Alguien tiene algo más por decir?

Las personas en la sala guardan silencio, pero Helena se levanta.

-Yo.

-Hable, señorita Boulette.

Belleza y RencorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora