Capítulo 23

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Extrañamente, la mañana no había estado tan movida como siempre. Ian únicamente me había llamado a su oficina dos veces y solo había sido para traerle un par de documentos y un café para su abogado y para él. El teléfono tampoco había sonado demasiadas veces por lo que yo me había pasado la mitad del tiempo aburrida o jugando al solitario. A diferencia de mi jefe, quien no había parado de recibir llamadas y firmar contratos con su abogado, quien había llegado minutos después de mi llegada.

Cuando por fin dio la hora de la comida estaba un poco molesta. Sentía que Ian estaba alivianándome la carga y tomándola él. No me gustaba eso, quería ganarme mi dinero con trabajo, no simplemente por cargar un bebé del jefe, y estaba dispuesta a hacérselo saber.

En cuanto el reloj marcó la una de la tarde, tomé mis cosas y salí de la oficina echando humos por las orejas.

El abogado, un hombre entrado en años con sonrisa bonachona y una barriguita de lo más simpática, estaba dándole la mano a mi jefe a modo de despedida y cuando reparó en mi presencia, se acercó a mí para despedirse con una sonrisa y un beso en la mejilla.

En cuanto el abogado hubo salido de la oficina, me acerqué el escritorio de mi jefe pisando fuerte y dejé caer mi bolso en uno de sus cómodos y costosos sillones de cuero negro.

—Sé lo que estás haciendo y quiero que dejes de hacerlo —gruñí con el ceño fruncido, deteniéndome frente a él.

—No sé dé qué me está hablando, señorita Cooper —dijo haciéndose el desentendido, pero la maldita sonrisa en su rostro decía lo contrario— ¿Te gustaría comer conmigo?

—¡No me cambies de tema! —exclamé más alto de lo necesario— No quiero que me regales lo que gano, quiero GANARMELO trabajando, por lo que deja de alivianarme la carga. Embarazada o no, sigo siendo perfectamente capaz de llevarlo a cabo.

—Lo único que intento hacer es cuidar tu salud, no quiero que estés sometida bajo mucho estrés, quiero que estés lo más tranquila posible —se defendió con el ceño fruncido— ¿Eso es algo malo?

—¡No! pero no es necesario. No necesito que me cuides, no soy una niña.

—Déjame decirte que te estas comportando como una, Cindy.

Sus palabras lo único que lograron fue molestarme más aún. Tanto, que no pude evitar dejar escapar un chillido exasperado.

—Haz de cuentas que no sabes nada, ¿ok? No quiero preferencias ni tratos especiales. ¿O ya olvidaste lo que tú mismo me dijiste el primer día que nos vimos aquí? No mezclar el trabajo con el placer.

—Las circunstancias cambiaron desde el momento en que me enteré de que estabas esperando un hijo mío.

—¿Podrías, por favor, dejarme hacer lo que me corresponde? No estoy incapacitada y me cuido muy bien. Hacer mi trabajo no va a cambiar eso.

—¡Esta bien! —respondió alterado— eres imposibles, exasperante, obstinada y muy pero muy irritante.

—Gracias, me alegra mucho saberlo —dije sarcásticamente tomando mi bolso y saliendo de ahí en dirección al ascensor con Ian pisándome los talones.

El gesto de hace un rato, lo había arruinado completamente con su actitud. No me agradaba la idea de alguien tomando decisiones por su cuenta sobre temas que me afectaban a mí, sobre todo cuando se trataba del trabajo. Desde muy pequeña, mis padres me habían enseñado a ganarme las cosas con arduo trabajo. Ni él ni nadie iba a cambiar eso, por más buena que fueran sus intenciones.

Me sentía frustrada y molesta, pero muy en el fondo, también estaba algo complacida y enternecida. Me agradaba que se preocupara por mí y por el bebé, pero esa no era la forma correcta de hacerlo. Podríamos haberlo hablado y haber llegado a un acuerdo, pero él decidió hacer todo por su cuenta.

My Complement. MADLY IN LOVE #1Where stories live. Discover now