Capítulo 39

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―¿Qué vas a pedir, cariño? ―me preguntó Ian una vez estuvimos instalados en la mesa.

Gracias al cielo, luego de unos minutos, el par de enamorados se había callado y el resto del viaje había transcurrido en un cómodo silencio. Obviamente con música de fondo y mi angelical voz cantando.

―Mhm, no lo sé ―murmuré de forma ausente mirando el menú que tenía en mis manos. Ian tenía la manía de siempre elegir restaurantes finos y elegantes, donde no servían más que comida nano micro mini y platos rebuscados y difíciles de comer. Si me preguntas a mí, era mucho más fácil y rica una hamburguesa con extra queso, papas y una gaseosa.

Pero bueno, él pagaba, y una comida gratis nunca venia mal.

―¿Y ustedes? ―preguntó en dirección a nuestros amigos.

―Raviolis de pollo ―contestaron los dos al unísono, provocando que bajara el menú, al mismo tiempo que Ian, para ver su reacción.

Era tan gracioso, que hasta cuando se trataba de comida, fueran tan similares.

Ellos bajaron el menú de sus ojos para fulminante con la mirada y luego continuaron observando este.

Miré a Ian con una sonrisa en el rostro, sonrisa que él me respondió con un giño de complicidad.

―No, no, no ―negó Lily fulminando a Alex― cambié de opinión. Quiero una ensalada cesar.

Tuve que hacer acopio de todo mi auto control para no soltar una carcajada. ¿Lily comiendo una simple ensalada? ¿Qué seguía? ¿El sol sale por las noches? ¿La luna brilla? ¿Lily no le tiene ganas a Alex?

Alex no tuvo tiempo de protestar porque una guapa camarera se acercó a nosotros para tomar nuestra orden.

La chica vestía un pantalón negro largo y ancho que llegaban a sus talones y no se arrastraba gracias a los tacones de al menos diez centímetros. Llevaba una camisa blanca con una corbata negra de nudo extraño y su cabello fuertemente atado en una cola de caballo.

Era una chica linda, cabello castaño, ojos azules y labios carnosos y rozados. Pero no parecía a gusto con su trabajo. Hasta que vio a Ian, por supuesto, porque sus ojos brillaron como dos estrellas y ensancho su sonrisa.

―Buenas tarde, ¿puedo tomar su orden? ―preguntó con voz educada y dulce, sin quitarle los ojos de encima a mi novio.

―Sí, quiero raviolis de pollo, una ensalada cesar, maître d'Hôtel... ―hizo una pausa, quitando la mirada del menú para mirarme con una sonrisa, a la espera de que hablara, pero estaba demasiado impresionada por su perfecto Francés al pedir lo que él iba a comer. Había sido sexy y me había acalorado un poco.

Al parecer, la mesera también se había visto afectada, porque sus mejillas estaban sonrosadas y disimuladamente se echaba aire con la libreta.

Me aclaré la garganta para hablar sin titubear.

―Quiero un filete mignon, patatas fritas y una ensalada ―dije con una sonrisa, mirando fijamente a Ian.

Claro, vas a un restaurante que vale la mitad de tu riñón y pides patatas fritas, Cindy.

―Lo siento, señorita, pero no tenemos patatas...

―Supongo que habrá una forma de solucionarlo y que mi chica tenga sus patatas, ¿no? ―preguntó en dirección a la mesera con una sonrisa moja bragas y una mirada persuasiva.

Ella enrojeció más aun y asintió sin proferir palabra alguna, dando media vuelta y corriendo a la cocina.

―No hagas eso ―reñí a Ian, mitad celosa, mitad divertida― la pobre casi se desmaya.

My Complement. MADLY IN LOVE #1Where stories live. Discover now