Capítulo 11: Quidditch

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Valerie miraba las estrellas mientras apoyaba la espada en la fría pared del balcón. Esa parte del castillo era una de las que más le gustaba, pocos alumnos sabían de su existencia y ella aprovechaba la tranquilidad para poder despejar su cabeza.

Había terminado de comer con los dos magos y cuando ellos dijeron que se iban a dormir, ella se excusó diciendo que se quedaría en la sala común leyendo. Ninguno de los dos magos había visto en el comedor a Riddle, por lo que aceptaron que Valerie se quedara sola en la sala común, pero le rogaron que tuviera cuidado. Apenas los dos se fueron a sus piezas ella salió de la sala común hacia su lugar favorito.

No sabía cuánto tiempo llevaba mirando el cielo, no debía ser mucho, pero para ella eso era insignificante. De pronto bajó su mirada hacia sus manos y se sorprendió al recordar que había hecho en clases de pociones. Definitivamente no había perdido el toque pese a que no había usado ese tipo de magia hace muchos años. Levantó su mano a la altura de su rostro y de pronto fuego comenzó a salir de ella, Valerie sonrió satisfecha.

Movió su mano que ardía en fuego, pero no se quemaba. Después, con mucha facilidad hizo que el fuego se separara de ella y flotara sobre la palma de su mano. Miró con intensidad el fuego, bajó suavemente su mano, pero la llama quedó flotando en el aire y ella sonrió con alegría.

Se quedó varios minutos mirando el fuego, sumergida en sus pensamientos, pero de pronto suspiró y miró hacia la puerta que daba al oscuro pasillo – Sé que estás ahí Riddle –

El mago llevaba varios minutos observando atentamente a la nueva alumna, no podía esconder su asombro ante la facilidad con la que ella había realizado ese hechizo. Sabía que tarde o temprano la bruja lo descubriría, pero se había pasado todo el resto del día pasmado por lo sucedido. Ella había realizado un hechizo muy oscuro y estaba seguro de haber sentido su magia. Sin decir una palabra salió de entre las sombras y observó a Deanoff, ella miraba el cielo sin prestarle atención.

Riddle se quedó mirando varios minutos a la nueva alumna, pero ella lo ignoraba, cansado y un poco molesto el mago dejó escapar un suave suspiro y se sentó en el suelo. Valerie se limitó a ignorarlo y continuó mirando el cielo mientras intentaba nuevamente relajarse.

Varios minutos después el mago se puso de pie tranquilamente, miró a Deanoff y se limitó a decir – El domingo me reuniré con mis seguidores, pasare por ti a las 9 en la sala común – se comenzó a retirar esperando haber dejado sorprendida a la nueva alumna, pero escucho que ella le respondía – Mañana en la noche, primeras lecciones para usar los elementos con magia, aquí. 

Riddle abrió los ojos y se giró sorprendido, pero ella seguía mirando el cielo. El mago sonrió, asintió y se retiró todavía con la sorpresa en su cuerpo, no esperaba que ella continuara con esa idea, pero él no podía dejar pasar más tiempo, ella era muy poderosa y ya había decidido que debía tenerla a su lado, este era el primer paso para convertirla en su nueva seguidora, corromperla y tener absoluto control sobre ella.

La vampira continúo mirando el cielo y sonrió con ironía, Riddle era un mago muy peculiar, tal vez demasiado para su gusto, pero sabía que no iba a ser fácil acercarse, ya había asumido que el mago trataría de sacar su peor lado y que trataría de indagar en su pasado. Aun así, ella era más inteligente, debía imponerse ante el de manera distinta y acercarse a él pese a que no iba a ser sencillo y asumiendo que no sería una buena experiencia. Estaba tranquila, tenía amigos junto con ella y los cuidaría de la ira de ese maldito mago. Él cual, aunque no quisiera admitirlo, era una persona con un poder admirable y ella rogaba que no volviera a perder el control o terminaría desangrándolo hasta la muerte.

***

El sábado en la mañana Valerie se había dirigido desde temprano a la biblioteca para avanzar en sus tareas, le gustaban los desafíos y debía admitir que disfrutaba estudiando y repasando la materia. Una hora después se le unió Walburga quien le dedico una mirada de complicidad y comenzó a trabajar en un ensayo en silencio junto a ella, de vez en cuando le lazaba miradas suspicaces y sonreía. Cuando eso ya se había repetido varias veces Valerie le preguntó si tenía algo que decirle.

Corrompiendo tu alma negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora