Epílogo

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Sin que nadie se percatara una imponente figura estuvo observando la ceremonia desde lejos y sonrió con maldad mostrando dos enormes colmillos.

- Te he encontrado mi querida Valerie.

***

Todos había abandonado el lugar, excepto Dumbledore que continuó observando la lápida con dolor y esperando de todo corazón que la muerte de su joven amiga no hubiera sido en vano: que Tom Riddle efectivamente tomara un buen camino, pero sin ella a su lado lo veía difícil.

De pronto, sintió la penetrante de mirada alguien a su espalda y rápidamente se giró con su varita en mano para toparse con la silueta de un alto hombre cubierto con una capa negra, la misma capa con la que había conocido por primera vez a Valerie.

- ¿Quién eres? - preguntó Albus calmadamente, pero el hombre no le respondió y se acercó a la tumba para observarla con detenimiento.

Una risa amarga salió de los labios del extraño sujeto y Dumbledore tensó el cuerpo molesto, pero de pronto se percató de la negra aura que emitía y de los largos colmillos que se asomaron cuando sus labios formaron una sonrisa.

- Tu... Tu eres su creador... - dijo en voz baja el mago, sorprendido.

El aludido se giró, mostrando un rostro lleno de ferocidad, un pelo negro tomado en una coleta y dos argollas doradas que colgaban de cada una de sus orejas y le sonrió con infinita maldad.

- Ella ya no puede esconderse más de mi.

Dumbledore abrió los ojos asustado.

- ¿De qué hablas? Ella está muerta...

El hombre rió como si el mago le hubiera contado un chiste, pero su risa era grave y siniestra.

- ¿De verdad crees que un mísero basilisco puede acabar con mi esposa? - Dumbledore lo observó aterrado, pues no sabía que Valerie había estado casada con él. - No, no... Se necesita mucho más para acabar con una criatura tan maravillosa y poderosa como ella, pero gracias a esto logré encontrarla. Solo hay que esperar que se recupere y vuelva a despertar.

- ¿A despertar? - preguntó el mago asombrado.

- Mi esposa está viva y regresará, pero de todas formas podemos ayudar a que el proceso sea más rápido.

Con rapidez extrajo una extraña daga de su cintura y arremangándose la camisa de su antebrazo izquierdo se hizo un largo corte. Sin que Dumbledore se lo pudiera impedir el hombre dejo caer hilos de sangre sobre la tumba de Valerie. La sangre se deslizó por la lápida y desapareció bajo tierra.

- Toma mi sangre y mi poder, bebe de ella que ha sido derramada para ti.

Tras aquello guardó la daga entre su ropa y se dispuso a retirarse.

- ¿¡A dónde vas!? ¿No vas a esperar a que despierte? - preguntó anonadado Dumbledore.

El hombre rió, pero no se detuvo.

- El proceso es lento, Albus, pero gracias a mi ayuda he acelerado su regreso. Lo que para ustedes simples mortales pueden ser años, para nosotros no son más que horas. Ella regresará y vendré por ella cuando la necesite.

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Esta historia continuará en la segunda parte...

Corrompiendo tu alma negra: El Regreso

Corrompiendo tu alma negraWhere stories live. Discover now