Capítulo 14: La marca tenebrosa

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Tras varios minutos, Dumbledore asimiló todo lo conversado con Valerie, comprendiendo que su pasado era algo que ella todavía tenía como herida abierta. Le hizo saber que él apoyaría sus decisiones y que dejara que las cosas se dieran como el tiempo estableciera, después de todo ni ella ni él podían pelear contra eso.

Valerie asintió más tranquila y suspiró. El profesor no pudo dejar de observarla y sentirse incomodo ante el peso que su yo del futuro le había impuesto. ¿Cómo podía ser tan egoísta para pedirle a ella algo así? Ella podía tener miles de años de vida, pero su pasado le cargaba un dolor que no podía negarse. Si bien comenzaba a comprender el potencial y poder que tenía, seguía reacio a creer que fuera capaz de encomendarle a ella semejante tarea. Sabía que no confiaba, todavía, plenamente en ella, pero no podía negar que le estaba tomando cariño. Era elocuente, directa, astuta y lo trataba como un par, cosa que casi nadie osaba hacer con él.

Tras unos segundos en silencio, Valerie se levantó señalado que se retiraba, pero Dumbledore no pudo evitar preguntarle aquello que llevaba dándole vueltas en su cabeza hace tanto tiempo - Valerie - ella se giró antes de abrir la puerta - Necesito saber ¿qué llevó a que un anciano como yo depositara toda su confianza en ti? ¿Por qué te encomendé esta tarea?

Ella le sonrió con sinceridad - Porque sabias que era la única que podía realizarla -

Pero el profesor no estaba conforme con esa respuesta - Soy un mago prudente y no suelo dar mi absoluta confianza a todas las personas, por lo que vuelvo a preguntar ¿qué llevo a este anciano a depositar toda su confianza en ti?

Valerie continuó sonriendo - Te salve la vida Albus y lo volvería hacer si fuera necesario - luego abandonó la sala dejando al profesor congelado en su asiento.

***

Al día siguiente en el desayuno, Malfoy se disculpó con su amiga por haberla dejado sola a manos de Riddle. Pese a que la vampira le insistió en que nada malo había ocurrido, el rubio pudo notar cierta tristeza en su rostro. Tras unos minutos, la vampira abandonó el gran comedor excusándose que debía ir a hacer unas cosas a la biblioteca.

Walburga miró con mala cara al rubio, se levantó y lo dejó solo mientras iba tras su amiga, ella también había notado el semblante de tristeza que tenía por lo que no quería dejarla sola.

Aquella noche, Valerie decidió no dirigirse a su lugar favorito, sabía que cierto mago la buscaría ahí, por lo que se limitó a estar un rato sentada en la sala común en un rincón apartado. Se sentó sobre unos cojines pegada a la ventana mientras leía un libro de hechizos torturadores. Sus ansias de conocimiento de vez en cuando eran bastante peculiares.

De pronto sintió que alguien estaba observándola, levantó la vista y se topó con los grises ojos de Abraxas. - ¿Ocurre algo? - le preguntó.

- Valerie yo... ¿estás segura qué estás bien? - el rubio tomó aire y molesto tomó su característica actitud - Te notas triste, sé que no compartí la fiesta contigo, pero no me pongas esa cara de pena, que no vas lograr conmoverme. No podía partirme por la mitad. -

Valerie rio y negó con la cabeza, mientras el rubio le sonreía coquetamente, ella sabía que el su amigo estaba preocupado por ella, por lo que decidió olvidar lo sucedido y sonreírle.

Ella le hizo señas para que se sentara a su lado. Malfoy, ya más tranquilo al ver que su amiga más animada, se sentó a su lado, pero para su sorpresa ella le hizo un espacio y se acomodó apoyando su cabeza en su pecho para continuar leyendo. Abraxas, gustoso, comenzó a jugar con su pelo mientras ella leía y se quedaron así varios minutos. El rubio no podía negar su sorpresa, ya que tal como había notado en varias ocasiones, Valerie no era muy afectiva ni se sentía cómoda ante la cercanía o los tactos ajenos, pero se limitó a continuar jugando con su pelo y disfrutar el momento.

Corrompiendo tu alma negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora