-IX-

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Louis miraba por la ventanilla de su asiento, ya hacía rato que habían abandonado Los Ángeles, solo estaba ese cielo limpio y azul, por todos lados.

Sentía un nudo en el estómago que lo atormentaba constantemente y de su mente no se iban, unos hermosos ojos verdes suplicantes, que se negaban a dejar de mirarlo.

Abandonar a Harry en el aeropuerto, probablemente había sido la cosa más difícil y dolorosa que había echo en toda su desgraciada vida, ¿cómo iba a sobrellevar su existencia sin Harry?, ¿cómo iba a salir adelante, si la única persona que merecía su esfuerzo se había quedado a miles de Kilómetros?.

Louis al fin se quedó dormido, estaba agotado por la angustia y el dolor que tenía, pero pronto la azafata lo despertó, estaban próximos al aterrizaje, había llegado a su solitaria y deprimente cuidad, Londres.

No tenía su casa, el banco ya había puesto carteles de venta y seguro que ya habría cambiado la cerradura, así que se fue a una pequeña pensión al otro lado de la calle.

La dueña de la pensión, es una buena mujer que muchas veces los ayudó a su madre y a él dándoles comida e incluso dinero para poder pagar las facturas, su madre le devolvía el favor con duro trabajos de costura remendando cortinas, manteles y sábanas o incluso fregando los suelos de la pensión.

La señora Alberta, ya le tenía una habitación preparada, Louis ya la había puesto sobre aviso de su vuelta días antes.

También le pidió un favor, que ella había mandado hacer a su hijo Niall, así que cogió las pertenencias de Louis y las llevó a la pensión, antes que el banco se apoderase de la casa.

Louis subió las escaleras hasta su nuevo "hogar", arrastrando los pies con desgana y pesadez, entró y allí estaban sus cosas, un viejo baúl de su madre que contenía los recuerdos de su niñez y antiguas fotografías, unas cajas con retratos y cuadros que probablemente acabaría tirando y una maleta con alguna ropa que se había dejado y sus libros y material de estudio, todo lo demás se lo quedó el banco.

Estaba muy cansado así que se tiró en la cama tiró sobre la cama y se quedó dormido rápidamente y soñó con unos brillantes ojos verdes y un cabello largo y ondulado.

Unos fuertes golpes en la puerta lo despertaron, abrió los ojos, había dormido un buen rato, ya estaba oscureciendo.

-¡Louis mi madre dice que bajes a cenar!- dijo Niall al escuchar a Louis preguntar ¿quién es?, desde el interior​ de la habitación.

Louis bajó, se moría de hambre, olía de muerte, la señora Alberta es una gran cocinera y te tenía que estar delicioso.

A la mesa estaban varias personas, además de la señora Alberta y su hijo Niall, era como una gran familia humilde pero unida.

Estaban los Rivera, que son un matrimonio español que vinieron a Londres desde muy jóvenes a trabajar y al casarse sus hijos e irse a otros países, vendieron su casa para ayudarlos a comenzar una nueva vida.

También estaba Rafael, un hombre de unos cuarenta años, que vino desde Colombia hace unos años a trabajar y tenía mujer e hijos allí, a los cuales mandaba todos los meses la mitad del sueldo que ganaba.

Josh y Zayn eran dos estudiantes que vivían en la pensión escapados de sus casa, por que se suena que se enteraron que eran gays y sus familias los despreciaron.

Y por último estaba Simón, el hermano de la señora Alberta y tío de Niall que se divorció de su mujer y ésta se quedó con la casa, el coche y con el perro, trabajaba de fontanero arreglando los destrozos de las tuberías de la pensión y de las casa de los alrededores, era un buen tipo también.

Todos cenaron saboreando el delicioso estofado de carnes que había hecho Alberta, también se interesaron por su mes en los Ángeles y Louis les contó lo que se había divertido.

Louis omitió a Harry pues era demasiado doloroso nombrarlo e incluso recordar todos sus momentos juntos.

Al terminar la sabrosa cena, Louis subió de nuevo a su habitación para acostarse y descansar, mañana le esperaba un día de trabajo en la librería y retomar algunas clases.

Pensó en su difunta madre a la que extrañaba muchísimo, en Liam al que no vería en mucho tiempo y en el precioso Harry, en sus ojos, en su boca, en los momentos que pasaron juntos.

Amargas lágrimas amenazaban con brotar de sus preciosos ojos azules y escurrirse por sus mejillas, sentía como una pesada losa le aplastaba el pecho, no se imaginaba que el amor requiriese tal sacrificio y que doliese tanto, no tenía ni idea que alejarse del amor fuese a ser tan doloroso e insoportable y sólo era el principio.

45. Tu novio - tu vecino, mi gran amor.  ❤(Larry Stylinson)~ (Terminada).Where stories live. Discover now