El pueblo de Campbellville, Ontario, Canadá siempre ha sido el hogar de Lauren Jauregui, donde dio sus primeros pasos al año y bebió su primera cerveza a los catorce. Cosas extrañas ocurren en ese pueblo desde la época de sus tatarabuelos, cosas de...
N/A: I'm back, my lovelies! Extrañaba mucho escribir este fic, pero no podía dejar a otrxs esperando demasiado por la parte dos del cap 36 en SH. Ahora, ¡disfruten! ;)
Camila's POV
Me colgué la mochila al hombro a prisa y entré a la cocina, retirando una tostada del plato que había colocado mi madre en la isla de granito. Dios, no volvería a ir al centro comercial con Dinah y Troye jamás. Hasta Normani y Ally se quejaban del dolor de pies, pero no se podía hacer mucho, había sido el día del amigo y ellos dos se las ingeniaron para convencerme de ir a cambio de una hamburguesa con papas gratis. Acabé probándome más de cinco pares de jeans y comprando dos, uno de los cuales, decidí usar hoy.
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"Te amo, no se te olvide llevar tus libros." Dijo cuando planté un beso en su mejilla.
"No se me olvida." Le sonreí ampliamente y le di otro mordisco a la tostada. "También te amo." Me acerqué a Sofi, quien andaba muy concentrada viendo dibujos animados en su tablet. "A ti también te amo, enana." Mi madre largó una risotada.
"Ella será más alta que tú, Camilita. Recuerda que es igual a tu padre." Achiqué los ojos y le enseñé la lengua para después besar la cabeza de mi hermana y salir de ahí a zancadas.
"Rayos, rayos, rayos." Maldije mientras bajaba las escaleras del porche. Dinah tenía que llevar a sus hermanitos a la escuela y no podía pasar por mí, así que no quedaría de otra más que correr a la primera calle cercana y tomar el bus. Justo cuando mis pies comenzaron a acelerar la marcha, una bocina logró que parase y me girase. La inconfundible patrulla de mi padre se detuvo a mi lado y bajó su ventanilla. "¿Qué haces todavía aquí?" Pregunté como con asco. Hacía ya casi dos semanas que él no llegaba a casa para la cena y con suerte lo veía cinco minutos si pasaba a buscar algo de su oficina.
"Le pedí a Jeffrey que me cubriera los primeros veinte minutos del turno para poder llevarte al colegio y... Ya sabes, charlar." Hizo un movimiento con su cabeza, indicando la puerta del co-piloto. "Vamos, sube." Rodando los ojos, caminé hacia el otro lado del coche y entré bufando, cerrando fuertemente la puerta. Mi padre nos condujo fuera del camino de tierra y se adentró en las calles del pueblo. Sólo ahí pude ver bien el cielo en todo su esplendor, ya que las copas de los árboles en el bosque eran inmensas, siendo así suficiente para tapar casi por completo la luz del día. Pero, desgraciadamente el esplendor no era más que un conjunto de nubes grises, que al igual que los árboles, nos privaban del verdadero cielo.
Se aclaró la garganta, buscando llamar mi atención. "Entonces, ¿estás molesta?" Fruncí el ceño, mirándolo como si mis ojos le lanzaran dagas.
¡Claro que lo estaba! ¿Qué esperaba? ¿Que lo recibiera de brazos abiertos y le diera un besito en la mejilla?
Corrió su mirada de la mía, nervioso, y volví a enfocarme en el camino por delante, abrazando mi mochila. El semáforo en rojo hizo que frenara y se rascó la barba, pensando qué decir. "Escucha, mi turno finaliza a altas horas de la noche, aunque quiera, no puedo hacer nada para cambiarlo, hija." Me mantuve en silencio. No iba a responderle, porque si lo hacía no podría callar hasta haberlo insultado en cuarenta idiomas. La cara de exhausta por las noches de mamá, que no hace más que esperar por él en el sofá cuando insisto en que se vaya a la cama. Los llantos de Sofi, echándolo de menos. Nada iría en su favor si yo abría la boca. "¿Crees que no me encantaría pasar todo el día con ustedes? Demonios, amaría verlas a ti y a tu hermana cada minuto de mi día, también a Sinuhe, pero soy responsable de un departamento entero y no puedo darme el lujo de marcharme temprano-"
