El pueblo de Campbellville, Ontario, Canadá siempre ha sido el hogar de Lauren Jauregui, donde dio sus primeros pasos al año y bebió su primera cerveza a los catorce. Cosas extrañas ocurren en ese pueblo desde la época de sus tatarabuelos, cosas de...
N/A: Missed u, my lovelies! ¿Ustedes me extrañaron? Pues he vuelto con más... Ahora, que comience el juego ;)
Camila's POV
Segundo mes de relación con Lauren y yo ya iba a conocer a su familia. Y por familia, también me refería a la manada, que si bien, los veía casi todos los días, hasta ahora no se había presentado la ocasión adecuada como para sentarnos a charlar.
Luego de darme una larga, caliente y relajante ducha, me dispuse a lanzar prendas de ropa a la cama para elegir el atuendo que me pondría. Lauren me había dejado bastante en claro que no debía exagerar llevando un vestido y que simplemente buscara algo con lo que estuviese cómoda. Como si fuera tan fácil, pensé. No podía vestir cualquier cosa al conocer a mis suegros, pero tampoco quería darles la falsa impresión de ser una loca del maquillaje y la moda, así que me abstuve de polvorear mis párpados con sombras de colores llamativos o excesivamente brillantes.
Media hora después, coloqué otro clip en mi cabello para sostener la trenza en forma de corona y sonreí complacida con el resultado. Se veía bien, delicado y sutil, no demasiado cargado ni muy simple.
"Voilà." Me felicité a mí misma, retocando algunos pelos de esos que siempre quedan inevitablemente fuera de lugar.
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Envolví la chalina alrededor de mi cuello y mientras terminaba de delinear la esquina de mi ojo, un ruido extraño, proveniente del pasillo fuera de mi habitación, hizo que casi arruinara la perfecta línea negra. Al darme la vuelta, alcé una ceja, confundida. Mi puerta estaba entreabierta, como si alguien hubiese estado pispeando a escondidas.
"¿Sofi?" Pregunté al aire, no esperando una respuesta en realidad. No podía ser Sofi, ella estaba en casa de una amiguita. Recordaba cómo se había levantado por la mañana, entusiasmadísima por que el mediodía llegase y ambas pudieran jugar con las nuevas muñecas que papá le había comprado. Extrañada, me encogí de hombros, girándome para acabar con los últimos toques.
Mi teléfono vibró en el bolsillo trasero de mis jeans y reí al ver aquella foto de contacto, que constaba de una muy gruñona Lauren obligada por mí a sonreír para la cámara. Por supuesto, que no opuso resistencia en cuanto mencioné no permitirle que me tocara el trasero o metiera sus manos bajo mis sudaderas por un mes.
[7:03 p.m.]
Lern: En camino. Ponte algo abrigado.
Camila: Sí, mamá.
Tapé mi boca para reír, por dentro apreciando su preocupación por mi bienestar. Por el rabillo de mi ojo, vi cómo mi madre pasaba una vez y pocos minutos después, dos veces frente a mi puerta. ¿Qué hacía merodeando por el pasillo? ¿Acaso se le había perdido algo?
Fruncí el ceño, recelosa.
"¿Má?" Paró en seco, lucía como un pobre siendo atrapado al robar una hogaza de pan.
