35. Te vas

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Andrea: ¿Samuel?-lo observó callado.

Samuel: ¿Y tú te callaste?-continuó

Andrea: amaba con tal intensidad a mi marido que fui incapaz de ponerlo entre su madre y yo... Creí que era injusto, solo cuando estuve a punto de dar a luz me anime a pedirle que nos fuéramos, él había accedido pero fue demasiado tarde para todos... ella se llevó a mi hija...

Samuel: ¡Maldita mujer!-la maldijo mientras abrazaba a Andrea tratando de protegerla-si hubiese estado ahí... nada de esto pasaría...

Andrea: mi amor, eso era imposible, no nos conocíamos... y aunque hubieses podido hacer algo, ella no te lo permitiría, solo el bastardo de Ignacio trató de ayudarme, desde que nos vio juntas él se percató de que me pasaba algo con ella, pero la noche que ella se enteró de quien era lo echaron como a un perro...-Samuel cerró los ojos visualizando en su mente esa escena de su pasado-desde entonces no volví a saber nada de él... y eso que mitad de esto le pertenece.

Samuel: ¿Tu suegro tenía un bastardo?

Andrea: si...-sonrió-Santiago-él frunció el ceño, era lógico que ni del nombre se acordase-apenas lo traté, el poco tiempo que estuvo yo estaba centrada en proteger a mi hija... pero espero que algún día vuelva, a pesar de mi carácter no me gustaría quedarme con algo que no es mío...

Samuel: tranquila que seguro algún día vuelve-respiró sobre su cabello dolido por aquella conversación-¿y Beatriz?

Andrea: esa endemoniada está recluida en el manicomio

Samuel: ¿Nunca pensaste en ir a verla?

Andrea: llevó haciéndolo durante 15 años, esperando que esa vieja loca tenga un momento de lucidez para que me diga qué demonios hizo con mi hija... si la enterró, si la regaló-soltó nuevamente un llanto a la vez que ocultaba a Samuel lo que realmente hacia durante sus visitas al sanatorio.

Samuel: tranquila mi amor, si tu hija está pérdida, pronto volverá a tu lado, haré todo lo posible para ayudarte en esto.

Andrea: Samuel... te quiero-él sonrió agradecido por aquella hermosa palabra-sé que soy el demonio personificado, pero a mi manera te quiero muchísimo, desde que te vi provocaste algo en mí y a día de hoy nadie me ha hecho sentir como tú... ni siquiera-él la hizo callar con un tierno beso evitando que siguiese nombrando a su marido.

Samuel: desde el primer día que te vi supe que eras especial... sabía que eras buena y dulce, que serías la esposa perfecta y la madre ideal-ella lo miró atormentada por su mayor secreto-supe que serías alguien importante para mí y hoy eres la mujer de mi vida, yo también te quiero.

Ambos se besaron dulcemente, mientras la tranquilidad invadía el alma de Andrea al hablar de aquel tema tan tormentoso con Samuel se sentía desahogada al mostrarle aquella parte de su vida, bien no era completa estaba dando grandes pasos hacia él.

Andrea: ¿y tú?

Samuel:-tragó saliva-no tengo mucho que contar.

Andrea: yo me he abierto a ti... haz lo mismo conmigo, confía en mí, digo no soy tan mala como parezco ¿no?-Samuel soltó una carcajada y ella le golpeó en el pecho-¡Payaso!

Samuel: me hizo gracia eso de no soy tan mala-besó su mejilla.

Andrea: cuéntame...

Samuel:-suspiró-yo tampoco tuve una vida fácil... yo también soy el bastardo de alguien-ella dio un respingo y abrió la boca confusa mirándolo-si... Flavio y yo realmente no somos hermanos...

LA VIUDAWhere stories live. Discover now