Parte IV

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No lo amaba, de eso estaba segura. Pero no sabía el motivo que tenía al quedarse en esa relación monótona. La única persona que parecía luchar por todo era ella.
La pequeña cocina relucía pulcramente limpia.
—Deberías dejar de hacer esto— elevó su voz para que su madre, que se encontraba en la sala escuchara. Sacó el teléfono celular de su bolsillo izquierdo de su pantalón y lo revisó.

Mudanza 4:00 p.m

—¿Mamá?
La puerta de la cocina fue empujada, una señora de treinta y ocho años entró sosteniendo una cinta en su mano derecha y una pequeña caja en su mano izquierda. El cabello de ella era rubio y sus ojos azules.

—Pensé que tendríamos hasta mañana para dejar esto— sus manos comenzaron a moverse en círculos.

Su madre arruga la frente no entendiendo.
—Te dije ayer, mi jefe llamó y la casa del lago está lista para recibirnos— dice terminando de cerrar la caja. A Amanda  no le interesa la casa del lago.

El claxon de un auto viejo suena fuera de la casa. La madre de Amanda la miraba furiosa.
—No iras con ese delincuente— amenazó.
Amanda alzó una ceja y la retó. Existían muchas formas de parar a Amanda, lamentable que su madre no las conozca.

—Puedes venir con nosotros, ese delincuente nos llevará— había sarcasmo en su voz. Sacó una liga e hizo un moño en su cabello marrón.
Ella asintió aceptando la oferta. Iban rumbo a su nueva casa. El misterio las esperaba encerrado en esas paredes viejas.

El Misterio De La Casa Del Lago. Where stories live. Discover now