Cambio de planes

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Amanda

Una caja con desgastado color rojo estaba frente a mi puerta, decorada con un sencillo lazo blanco. Atrás de la caja se apreciaban un par de botas color marrón. Elevé la vista sin perder el enfoque y allí estaba. Dereck. Con una gran sonrisa y las manos en sus bolsillos. Parecía tambalearse.

—Pensé que sería buena darte un regalo.

—¿Mamá te dejó entrar?— pregunto bastante confundida.

Dereck sacó un cigarro de su bolso derecho ignorando mi  pregunta.

—Deberías abrirlo.— dijo con el cigarro entre sus labios jugueteando para buscar un encendedor.

Sebastian quién se encontraba minutos antes en mi cama ahora escuchaba atento la conversación. Extrañamente divertido y molesto.

—Deberías irte.— arrebato el cigarro —y no puedes hacer esto aquí.

—¿Pasa algo? Luces tensa.

—No.

Dereck solía ser una persona buena, que solo fumaba o bebía de vez en cuando, ahora es un peligro para mí. Nuestro amor es peligroso. Él no sabe controlarse y yo no sé controlarlo.

Miro a mi lado encontrándome con la ojos de Sebastian, sus ojos examinando a Dereck.

—Dereck, ahora no tengo tiempo y no es mi cumpleaños —realmente me molesta cuando se encuentra así.

El cabello castaño un poco largo descansaba en su frente, un aire de molestia invadía su mirada. No tengo la menor gracia para soportar una persona tan cambiante de humor y la verdad es que no ser por que seguía soportando a Dereck, pienso que es una obsesión o un relleno en mi vida, claro, soy egoista pensando en eso o muy cruel pero es la verdad. Prefiero una verdad cargada de veneno a una mentira endulzada con algodón de ese que compras en las ferias y tanto placer causa. De qué sirve el placer cuando estás viviendo una mentira.

—Bebé, sé que no lo es pero lamentable que no pueda estar en tu cumpleaños — sacudió los hombros como quitándose un peso de ellos.

—Odio mis cumpleaños, no por el hecho de simplemente odiaelos, nadie odia algo por qué sí, siempre hay una razón y la mía es que no soporto toda la mierda de mentiras ese día — llevé una mano a mi frente y presioné, un dolor de cabeza está por comenzar o tal vez una migraña que tanto me han pegado últimamente.

Observé el cambio de su postura, como un pie lo movía al frente y los músculos de su cara se movían invisibles, tratando de oprimir un sentimiento.

—Valla, sí que tienes un humor de mierda.— soltó colocando una mano en la puerta evitando que esta cerrara por completo.

—Lo sé, y ahora mi humor de mierda de pide que desaparezca tu cara, ¡Ahora!— señalo la salida.

—No entiendo, ¿por qué este humor?
Sentí la furia rugir de mi ser. —¡Realmente no lo sabes! Tengo una duda, ¿por qué después de todo simplemente no dijiste que querías estar con alguien más?

Él abrió sus ojos, dejando caer la mandíbula sorprendido.

—¿Qué?

Chasque mi lengua. —Me llegó un mensaje de Mariana, ella me dijo todo eso de juegos de caricias entre tú y Roo.—mis labios comenzaban a temblar y mi voz sonaba inestable.

Sus puños estaban apretados, la expresion de incrédulo que tenía me hace reír, era un gran actor, uno tan bueno para fingir amar.

—Espera Amanda, lo de ella solo era un calentón, ya sabes algo que no pasará más allá.

Cerré los ojos fuerte, atrás de mi podía sentir a Sebastian, su aroma penetrando mis fosas nasales y sintiendo aquella cálida caricia reconfortante. Apuesto a que si girara ahora mismo nuestras caras quedarían muy cerca.

—Tranquila Amanda— una mano acaricia mi brazo.

Suspiro y cedo a mis lágrimas.

—Deberías irte.

Di un paso atrás y estrellé la puerta, quizás él también dio un paso atrás o quizás le golpeó la cara.



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GRACIAS POR LEER❤

El Misterio De La Casa Del Lago. Where stories live. Discover now