Parte VI

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Amanda decide en algo inoportuno revisar el jardín trasero que tanto había estado alardeando su madre. Cruzó el salón principal hasta llegar a la cocina, no era muy bonita pero estaba reluciente de limpio, caminó un poco más y encontró la puerta que daba al jardín, intentó girar el pomo pero no cedía.
– ¡Mierda! – dijo empujando la puerta. – ¿Mamá? – llamó – ¿Mamá?
Tomó un respiro, calmada ahora de nuevo giro el pomo y esta vez cedió. Era una clase de broma. Salió al jardín de atrás, estaba repleto de hojas secas, con cada paso que daba el sonido de hojas secas ser aplastadas bajo sus tenis se escuchaban. Llegó a lo que parecía un comedor viejo cubierto totalmente de hojas secas. Pero eso no llamó mucho la atención de Amanda, lo que estaba un poco más lejos del comedor tenía su atención. Un par de columpios de hierro oxidado. Amanda fue hasta el, el columpio trajo un sentimiento de nostalgia para Amanda. Se sentó en uno de ellos columpiando despacio, pensando en quién sería el dueño de esto y ahora estaban abandonados.
– Debes sentirte solo – sin darse cuenta decía en voz alta lo que estaba pensando. El columpio a su lado comenzó a mecerse lento a respuesta. No corría viento alguno pero el columpio se movía más rápido.

El Misterio De La Casa Del Lago. Where stories live. Discover now