Parte VIII

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Subió las escaleras deprisa sintiendo que algo o alguien la observaba de cerca. El segundo piso estaba en silencio, había un largo pasillo con muchas puertas idénticas, Amanda caminó a lo largo del pasillo pasando las puertas pero cuando pasó por la tercera puerta, algo la mantuvo frente a ella. Había algo detrás de esa puerta. Decidía abrió esa puerta idéntica a las otras.
Las paredes de la habitación eran de color azul oscuro y estaba adornada con pequeñas hojas pegadas que tenían escrito poemas. La ropa de cama era gris y el techo de la habitación parecía tener pintado el cielo lleno de estrellas. Era hermosa.
Amanda entró y miró todo más cerca, un olor a perfume de caballero estaba impregnado en el lugar. Quizás alguien roció un poco luego de decorar. La pared que daba al jardín era una enorme ventana cubierta con cortinas azul opaco. La habitación era perfecta y era suya.
–¡No Amanda! – una voz chillón la hizo girarse. En la puerta estaba Rey, su hermano de diez años con su cabello negro despeinado y sus ojos verdes.
– Es mía, Rey, la gané. Yo la elegí primero.
Eso no era del todo cierto, la habitación la había elegido a ella.
– Eso es trampa, Ammy – protestó el chiquillo entrando con paso firme a la habitación.
– No me importa, es mía.– dijo ella revisando los libros que estaban sobre su mesa de noche.
– Boca grande está fuera esperando – se burló Rey, con boca grande se refiere a Dereck, el novio de Amanda.
Mientras ellos dos peleaban un ruido los interrumpió, un libro cayó al suelo originando el sonido. Amanda y Rey miraron atónitos el libro en el suelo, nadie pudo tocarlo pues se encontraba lejos de su alcance. No había viento soplando dentro.

El Misterio De La Casa Del Lago. Where stories live. Discover now