XI

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Dejó la carta en la cama y peinó su cabello cansada. Miró la carta con nostalgia.
– Parece sufrir – dijo Amanda hablando sola – ¿Sebastian?

Un sonido hueco se escuchó dentro del baúl que estaba a los pies de la cama, ella elevó la vista al techo lleno de estrellas artificiales. Decidió abrir el baúl, dentro había cajas desgastadas, cogió una caja. Jaló el hilo que cedió al primer tirón y las cartas cayeron a sus pies.
Pero una especialmente llamó su atención, una hoja desgastada se encontraba sola en el fondo del baúl y con letra cursiva color dorado el nombre de "Sebastian" se podía leer. Amanda sintió curiosidad por saber quién era Sebastian.

Deniss, mi amor.
Es una forma tan cruel para mi atormentarme pensando en ti, teníamos la oportunidad de formar un futuro juntos pero desgraciadamente el destino es caprichoso y tú muy hermosa.
Aún espero verte.
Con amor, Sebastian.

Amanda estaba atónita, limpió una lágrima que rodaba por su mejilla y pensó en Sebastian. Era trágico su amor.
– Debes extrañarla – dijo Amanda en voz alta.
Colocó la carta en dónde la había tomado y comenzó a recoger las otras, sabe que está mal leer eso tan privado. Decidió dejarlas dentro del baúl pero tenía una mejor idea. Pedir permiso para leer. Y no necesariamente a Sophie. Pediría permiso al dueño de las cartas. Sebastian.
– ¿Puedo leer esas cartas, Sebastian? – cerró los ojos esperando una respuesta, algún objeto moverse o algo así. Pasó quizás un minuto y no había respuesta alguna. Sebastian no estaba muy seguro ahora sobre permitir leer sus cartas. Amanda comenzó a desesperarse y abrió los ojos soltando una risa incómoda.
– Que idiota, no puedo creer que haya pensado que él respondería.
Sebastian sintió lastima por ella y deseo por averiguar sobre su muerte. Así que lo hizo. Brindó una respuesta. Movió el baúl algunos centímetros. Amanda pegó un grito.
– ¿Sebastian?

El Misterio De La Casa Del Lago. Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora