No.

51 15 0
                                    


Estuvimos toda la mañana del viernes sentados releyendo las cartas, intentando encontrar una pista del asesino pero nada apareció. Sebastian intentaba ser positivo pero después de un tiempo sin encontrar nada estaba igual de negativo que yo. Pude apreciar como jugaba con mi cabello mientras se aburría escuchando las cartas de nuevo. Al final del día decidió jugar con mis pequeños frascos de escarcha.

—Deja de jugar con ese brillo— demandé fastidiada por la situación.

—Intento hacer una tarjeta— rodó los ojos.
Arrugue mis ojos pensando a quién podría estar escribiendo una tarjeta, o al menos decorándola.

—No le arrojes tanto polvo de estrellas —quité un poco con las uñas, el atrapó mi mano y entrelazo las suyas. Mi estómago daba saltos.

—Es mi tarjeta, yo decido que tanto polvo de estrellas está bien— dijo viniendo a mí y plantando un beso en mis labios.

—Okay señor polvo de estrellas.

Deberíamos ser capaces de parar algo que sabemos no está bien, pero cuando eso se siente tan bien, nubla nuestros sentidos. Se siente como una especie de droga y nosotros los adictos. El sufrimiento, el sentimiento de perdida al final de una relación es inevitable, no importa que ya no lo ames, al final extrañaras esos momentos que compartieron y que quizás jamás se repitan.
Por que los momentos se hicieron para vivirlos y no para observarlos.

—Deberiamos leer la siguiente carta.
Sebastian me miró como si estuviera loca.

—Digo podríamos seguir, ¿no?

Asintió abriendo otro frasco de escarcha color plata, estaba concentrado arrojando escarcha de colores a la tarjeta que ya lucia como un arcoiris.
Tomé la siguiente carta dejando dos más dentro de la caja.

—Bien, ¿listo? Espero que aquí diga algo importante.

Deniss.
Tengo miedo. La ultima carta fue hace 2 años, me he metido la idea por fin que no regresarás. Mentalicé por última vez tu cara, cada facción, la forma en que te movías y hacías ese bobo pero lindo baile que nadie más puede hacer. Pero aún hay algo que me da miedo, me lástima, no puedo recordar tu voz.
Intento una y otra vez pero no puedo.
Me parte no poder recordar tu voz, cuando pronunciabas mi nombre, cuando cantabas, cuando te pasabas horas hablando.
No puedo recordar.
Te busqué en el lugar donde quizás te encontraría pero no estabas. Pero algo raro había allí, en el tronco del árbol estaba una carta y no puedo creer en el remitente.
Te amo, Sebastian.

Estaba sin palabras. Todas esas letras allí conformando un mensaje, una carta, un montón de palabras que me dejaron con la boca abierta y con el deseo de seguir investigando más allá. Él no la podía recordar de nuevo, ni siquiera la voz. Es triste que el amor les jugara de esta forma, creando espacios inmensos entre ellos. Separándolos para siempre. Y al mismo momento pensé en lo nuestro, una relación enferma que no nos llevará a ningún lugar. Pero cuando estás enamorado, todo los demás se hace pequeño, los obstáculos ya no existen.

—¿En qué piensas?—dijo Sebastian quitando un mechón de mi frente y observándome curioso.

Lo miré sosteniendo mi corazón en aquel momento. Ya no había marcha atrás. Lo amaba.
—Nada, entonces ella estaba viva y había un lugar dónde dejabas las cartas...

—Un remitente en una carta nueva..

—Alguien más respondiendo tus cartas —Mordí mi dedo pulgar pensando.

"En el tronco del árbol estaba una carta y no puedo creer en el remitente"

—Árbol, debe ser algo cerca de aquí, un árbol grande.

—Con rosas...

—Dudo que aún existan rosas allí si alguna vez las hubo.

—Amanda, creo que hablaba en claves, era un idiota— arrebató la carta de mis manos y la guardó en la caja junto a las otras que ya habíamos leído. Colocó una mano en la siguiente y cerró sus ojos. Parecía sentir algo con aquella carta.

—¿Pasa algo?

Abrió los ojos de golpe —Sangre.

Abrió los ojos de golpe —Sangre

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.





—A❤

El Misterio De La Casa Del Lago. Where stories live. Discover now