La despedida.

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Abrió los ojos de golpe –Sangre.

Sus ojos estaban fijos al frente y miré sus cejas arrugarse arriba como un niño triste. No entendía en ese momento el porqué de su actitud hasta que lo sentí también.
La camisa con la que dormía estaba manchada de sangre y un pequeño orificio se encontraba de intruso en ella. Miré de nuevo a Sebastian, asustada, él se levantó y fue a la ventana. Produjo ruidos en ella abriendo y azotando una y otra vez.

El dolor me consumió, me recosté sosteniendo mi estómago y pensando en que esto no puede terminar así.

Es que no puede.

No puede terminar así.

No después de tantas cartas leídas, de tantas miradas cómplices, de tantas sonrisas y momentos torpes intentando esconder lo que vive dentro nuestro.

Amor.

Su cara reflejaba dolor y desespero. Sebastian seguía abriendo y cerrando la ventana creando ruido para alertar quizás a mi madre.

—Amanda, por favor —susurraba él mientras repetía todo con la ventana.

Mis pestañeos se volvieron lentos y pesados.
—Debes resistir....

Sebastian se acercó a mí y tomó mis manos, era un fantasma, lo sé, pero tenía lágrimas corriendo por su pálida piel.

Sujetó mis manos y se balanceaba suplicando.
—Ammy, por favor, no te vallas. Amanda.....¡Amanda!

Sebastian tenía las manos de Amanda entre las suyas y suplicaba para que la muchacha despertara. Este era el destino separándolos una vez más, la muerte que estaba enamorada de Sebastian y celosa de ella de nuevo.
La madre de Amanda entró corriendo a la habitación pero la puerta tenía seguro.
—¡Amanda!
Su cabello rubio torpemente en una trenza floja y ropa holgada, su voz pidiendo respuesta.
—¡Amanda! Por el amor de dios, abre la puerta.
Sebastian volteó pero temía soltar la mano de Amanda. Pensaba que si la soltaba sería esta vez para siempre.
Fue a la puerta y quitó el seguro.
La madre de Amanda lo primero que miró al entrar a la habitación fue a Amanda recostada en la cama. Parecía dormir. Todo estaba bien hasta que apreció la gran mancha de sangre teñir la camisa blanca de ella y sus ojos se abrieron de golpe.
Marcó al número de emergencia y después se sentó a lado de Amanda. Sophie la cubrió un poco con la sabana y acarició su cabello.
–Amanda, pequeña mía. Cuanto lo siento— confesó triste— te encontraste con él de nuevo.
Las lagrimas no tardaron en aparecer en el rostro de Sophie. —Y fueron presas del destino y la muerte.
Sebastian escuchaba todo desde las cortinas, junto a la ventana.
—No es así ¿sebastian?

El chico elevó las cejas y abrió fuertemente la boca sorprendido. Sophie tenía una sonrisa triste, y después miró a las cortinas.
—Sebastian. De nuevo te encuentras con mi hija y se enamoran, pero el destino es tan celosa y la muerte tan envidiosa.

Las sirenas de la ambulancia resonaban cerca.
Él estaba serio y pudo recordar su vida.
Y en ese momento se dio cuenta el porqué lo olvidó todo.










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Esta parte ya es el final de toda la historia de Amanda y Sebastian.

El Misterio De La Casa Del Lago. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora