Lilith

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**Narrador**

El vampiro de cabello oscuro esperaba afuera de la enorme mansión, recargado en su auto color azul, apretaba la mandíbula, como si estuviera tenso, se había molestado cuando salió de la cabaña cerca del lago, al principio lo hizo de buena fe (realmente extraño en él) pero cayó en cuenta que se perdería la diversión de nadar, ahogar a un par de humanos, terminarse un par de botellas de Bourbon mientras se burlaba de los "niños" y lo peor, no ver a su amada Elena con ese bañador tan sensual. Su mente divagó de nuevo, repasándolo en su cabeza, agradeciendo a Caroline por aquel regalo, porque él lo sabía

-¿Que esperas?-lo interrumpió una "molesta" voz

-No soy un chófer-soltó Damon con brusquedad

-Cuidado, aún podría regresarte a tu estado de moribundo-se burló Klaus mostrando los colmillos

El amenazado, torció la boca pero no dijo ni una palabra más, el veneno de licántropo si bien había sido una experiencia que no quería repetir, también acepto que lo volvería a sufrir si eso volviera a darle las llaves para el cuerpo de la bella Elena.

Antes de darse cuenta, su mente volvió a perderse en aquellas escenas que seguramente Bonnie hubiera clasificado para adultos. Siguió manejando tratando de no desviar los ojos de la carretera, si había algo que no se podría perdonar jamás era arruinar su auto.

Al llegar al aeropuerto, Damon se acomodó en el asiento del conductor, como si fuera a dormirse, estaba aburrido, cansado y se odiaba a sí mismo por no haber sido un mal hermano mayor y dejar que Stefan lo cubriera. Klaus no quiso pelear, no porque conocía a ese vampiro y podría intentar desquitarse con la chica que iba a buscar a la terminal, no podía darse ese lujo.

No sabía cómo lucía en la actualidad la que él consideraba la pequeña Lili, llevaba más de 15 años que no la veía. Cuando la dejó en aquel internado en Suiza, tenía 8, aún era muy pequeña, pero había prometido protegerla a cualquier costo y eso lo había empujado a registrarla como su hija en aquel país para que pudieran aceptarla.

--Flashback--

Hacía mucho frío, las guerrillas se volvían cada vez más frecuentes, el vampiro original estaba cansado de tanto alboroto, sin embargo eso ayudaba a ocultar su sed. Uno de sus amigos, porque si, incluso Niklaus Mikaelson tenía amigos, era el líder de aquella región del país, algunos de sus lacayos solía llamarlo rey, aunque el vampiro no entendía porque. Lo conocía desde que había llegado a Rusia, en ese entonces incluso su amigo tenía su rostro sin ninguna marca, tendría alrededor de 20 años; el tiempo había pasado, como a todos, pero no para un inmortal.

-Ya me queda poco tiempo-susurró un día su amigo, su voz ya era pausada, rasposa

-Te ofrecí la oportunidad de que esto no pasara, y no quisiste-reclamó Klaus, no lo mostraba pero le dolía perder a su amigo, su único amigo

-Sabes que me gusta ser humano, si hubiera aceptado no habría tenido la dicha de tener a mi hijo Lukyan, ni verlo crecer, madurar, comprometerse, casarse...-tragó saliva tratando de deshacer el nudo que se le formó, no podía llorar, los hombres no lo hacían

-Morir-terminó el vampiro

-Tengo una pequeña y bella nieta-el anciano cambio de tema-amigo, si algo le pasara...

-No le pasará nada si es fuerte como su abuelo, además...-intentó animarlo, justo en ese momento un vampiro novato entró corriendo a la habitación

Klaus entendió perfectamente lo que había ocurrido, no le había alcanzado a contar a su amigo que su pequeña nieta estaba siempre protegida por varios vampiros alrededor de la casa. Si uno de ellos estaba allí era un mal indicio. Corrió a la velocidad más rápida que lo permitió su inmortal cuerpo, incluso con su velocidad vampírica, llegó justo después de que Dasha (la viuda de Lukyan) fuera asesinada, la vista de la sangre le hizo buscar a la pequeña con la mirada.

Decisiones ¿Erróneas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora