Capítulo 30: Paredes Del Pasado

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—¡Marth, tu popular ya está aquí! —grita Farren desde el salón, seguro que mirando por la ventana.

—¡Ya voy! —le respondo en su mismo tono.

A ver, lo tengo todo preparado para recoger todo lo que me queda en mi habitación anterior. Mi madre me ha dicho que se iba por un par de días, que si quería podía quedarme ahí una noche, pero no he aceptado por si acaso ocurre algo imprevisto.

Agarro la mochila y la maleta y salgo a la calle, donde me espera Ricky con su coche. Le pedí ayuda para poder transportar todo y aceptó de inmediato. Aunque me siga creando una sensación extraña de querer alejarme un poquito de él, sigue siendo mi amigo, mi amigo con derecho a roce, aunque ya casi no sea eso para él.

Pongo la maleta en la parte de atrás del coche, junto con la mochila, y me subo de copiloto. Sin mediar palabra, se pone a conducir hacia la casa de mis padres, ya no puedo decir que es mía, no vivo ahí.

La música es el único sonido que recibo, aparte del ruido del motor. Quiero hablar con él, pero no tengo tema de conversación normal, sería algo extraño que abra la boca y no diga nada. ¿Qué hago entonces?

No quiero estar callado por este corto viaje, me pone nervioso. Respiro hondo, intento construir una frase en mi mente e intento hablar. Pero cuando abro la boca, él se adelanta.

—Marth, espero que lo que pasó en el instituto no estropeara nuestra relación o amistad.

—¿Te confundes?

—Hoy en día no sé lo que somos —veo como aprieta el volante ante sus manos—. Odio estar así.

—Ya... Y yo —miro por la ventanilla.

—¿Tú crees que ha sido mala idea decirte lo que siento?

—¡No, para nada! Creo que hiciste bien.

—Pero por eso estamos así de tensos los dos, además de que noto que me estás intentado esquivar. ¿Por qué?

—No lo sé... —suspiro.

—Marth, eres la única persona que me ha hecho sentir así, el único que veo especial. Ya sabes lo estricto que fui al decirte que no quería pareja, y es porque no quería algo serio. Pero quiero intentarlo contigo, solo contigo. Tengo la certeza de que eres lo que mi corazón necesita para ser feliz.

—¿Tenemos que hablar de esto aquí ahora? Estás conduciendo.

—Lo siento, tienes razón —le veo un poco desanimado, ¿por qué no le acepto de inmediato?

Es el chico que tanto he estado viendo por la ventana, con el que tuve mis sueños, con el que imaginé tantas cosas buenas... ¿Y aun así mi corazón no lo acepta? ¿Qué me pasa?

—Ya estamos aquí —alzo la cabeza y veo el techo en el que me crié, el jardín en el que mi padre me ponía en sus hombros y se ponía a correr y donde mi madre me enseñaba a plantar flores, a regarlas y a observarlas con buenos ojos.

—Vamos —salgo del coche y voy a la parte de atrás para ir a por la maleta y la mochila.

Hay tanta ropa que recoger y cosas que llevar conmigo que espero que quepan en la maleta.

Nos acercamos a la puerta y la golpeo suavemente un par de veces, hasta que se abre. Mi madre me ofrece una gran sonrisa y un abrazo que necesito sí o sí. Me abalanzo sobre ella y la abrazo como si fuera la última vez en la vida.

—Me alegra ver que sigues bien —me huele—, y que te duchas. Es buena señal —se da cuenta de la presencia de Ricky—. Oh, hola, vecino.

—Buenas tardes, señora.

Popular NO Busca Pareja (Gay)Where stories live. Discover now