2: No era un testigo de Jehová

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Una de las cosas que Persephone odiaba más en el mundo era madrugar. Desde que era adolescente había detestado tener que levantarse al amanecer para alistarse e ir a la escuela por presión de su padre, aunque eso no la detenía de quedarse dormida en clases y también de llegar tarde la mayoría de las veces. Así que cuando escuchó que tocaban la puerta del apartamento a las ocho de la mañana, Persephone tuvo ganas de tirar a la persona desde un quinto piso.

Ella había estado despierta hasta muy tarde recogiendo los vidrios y cerrando el bar. Apenas había podido conseguir el sueño cuando el reloj estaba cerca de las cuatro de la madrugada. Las personas podían considerarla una persona irresponsable que estaba tirando su vida por la borda al tener un bar, pero era lo único que le interesaba. Su padre la había apoyado en su decisión y, a pesar de que él era un hombre de buenos morales, eso era lo único que a Persephone realmente le interesaba. Los demás en el pueblo podían irse a freír espárragos.

Se removió en la cama y ocultó su cabeza entre las almohadas y cojines, intentando ahogar el irritante ruido seco de los nudillos golpeando la madera de su puerta. Si se quedaba lo suficientemente callada y sin responder, la persona se iría, ¿no? Definitivamente funcionaba con los testigos de Jehová cuando iban a intentar de convencerla de reencontrarse con los caminos del Señor.

—Persa, sé que estás ahí —escuchó la voz de Derek Hale gracias a su audición sobrenatural. Bueno, al menos sabía que no se trataba de otro testigo de Jehová vendiéndole Biblias—. Y sé que estás despierta —añadió.

Gruñó por lo bajo, quitándose las sábanas que cubrían su cuerpo y salió de la cama refunfuñando. Quería descuartizarlo con sus garras, sí, de eso no había duda alguna. Solo porque ella hubiese accedido a ayudarlo la noche anterior no significaba que él pudiese estar tocando su puerta a las ocho de la mañana.

¿Acaso Derek no conocía esa acción placentera llamada «dormir»?

Ni siquiera se molestó en ponerse algo más apropiado para abrirle la puerta. Solo llevaba una camisa negra tres tallas más grande que a duras penas cubría su trasero y dejaba al desnudo sus torneadas piernas. Total, Derek ya había visto eso y mucho más de su cuerpo.

Los ojos verdes de Derek recorrieron la figura de la mujer, intensificándose con cada centímetro de piel expuesto. Tosió para aclarar su garganta y apartó su vista y su mente de cualquier pensamiento indecoroso que pudiese haber acampado temporalmente en su cabeza. Tenía que concentrarse en lo que iba a hacer.

—¿Qué quieres? —espetó Persephone de mala gana.

Cruzó sus brazos justo bajo su pecho para adoptar una pose que expresara su molestia, aunque no había necesidad de hacerlo. Su rostro hablaba por sí solo. La forma en la que mantenía su entrecejo arrugado, las cejas más juntas y sus labios fruncidos en una mueca de inconformidad eran más que suficientes como para hacerle saber a Derek Hale que estaba a segundos de golpearlo en la nariz.

UNDERWORLD ♛ DEREK HALEWhere stories live. Discover now