25: El maestro del kanima

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Persephone Blackburn se sentía confundida cuando llegó a su apartamento. Cerró la puerta principal, dejando caer al suelo la mochila de gimnasio que se había llevado para su antigua casa, y apoyó la espalda contra la madera. Su cabeza seguía intentando procesar toda la información y las emociones que continuaban abrumándola. Era una tormenta, mezclándose irrevocablemente con su estado físico, desgastándola. Se deslizó hasta el piso donde se permitió soltar un gruñido de frustración.

No estaba en un conflicto interno porque hubiera fallado a la hora de cobrar su venganza, tampoco de que su padre se enterara de sus planes y tuvieran un momento en los que todos revelaron sus corazones. Su problema venía a que no podía comprender del todo por qué sentía paz si había fracasado en cada uno de sus planes. Ni siquiera pudo llegar a la mitad sin quebrarse y permitir que sus emociones tomaran el control absoluto del cuerpo.

—Tengo que aprender a controlarme —murmuró para sí misma, cerrando los ojos.

Culparía el hecho de que tenía las emociones a flor de piel a la luna llena. Nunca había sido capaz de estar cien por ciento en control durante esa noche del mes. Siempre estaba un poco más sensible en todos los aspectos. Solo que esa noche lo único que parecía querer era llorar y estaba en todo su derecho de hacerlo después de lo sucedido en ese día y noche.

Suspiró, recordándose que tenía que recuperar un poco de control y trató de distraerse, alcanzando su teléfono en la mochila. Al encenderlo, una docena de mensajes y llamadas entraron, saltando en sus nervios. Habitualmente su teléfono no tenía tanta acción, de modo que era inusual y preocupante. La mayoría eran de parte de Brooke y Stiles.

Rodó los ojos con irritación. Maldijo la hora en la que decidieron unir las fuerzas contra el kanima e intercambiaron los números telefónicos. Le había dado luz verde a Stiles para molestarla.

Justo iba a abrir los mensajes, unos toques en la puerta la hicieron sobresaltar, alertándola de una presencia externa. No podían ser Derek o Brooke, dudaba que ya hubieran terminado con la furia de los betas en su primera luna llena. Además de que ellos no solían tocar, sino que entraban y ya. Principalmente porque ambos tenían una copia de la llave del apartamento.

Se puso de pie, preparada para atacar si había necesidad de hacerlo, y giró la perilla para ver quién estaba allí. Alan Deaton la observó con su calma habitual.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó la mujer hiena, frunciendo el ceño.

—Derek necesita de tu ayuda.

Cinco palabras fueron suficientes para hacer que Persephone se sintiera nerviosa. ¿Ayuda? ¿Por qué Deaton, el veterinario que sabía todos los secretos del pueblo, iba a servir de mensajero? Pero no cuadraba del todo. De la única forma en la que Derek pediría ayuda es si estuviera en una situación completamente ajena a sus manos e inconsciente.

UNDERWORLD ♛ DEREK HALEWhere stories live. Discover now