Capítulo 16

1.5K 166 44
                                    

Erin pasó todo lo que quedaba de tarde llorando. Y yo no me separé de ella en ningún momento. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que le había secado las lágrimas y la cantidad de papel higiénico que habíamos gastado. Como siguiera así me tocaría bajar a recepción a pedirles unos cuantos rollos más. Jamás había visto a alguien llorar tanto. ¿Se puede llorar infinitamente? ¿O llegará un momento en el que Erin se quede sin lágrimas?

Nos encontrábamos en mi cama, ella acurrucada contra mi pecho y yo rodeándola con mis brazos, al mismo tiempo que le acariciaba el cabello tiernamente tratando de calmarla inútilmente. Dolía. Verla así, tan rota, dolía demasiado. Y no poder hacer nada más por ayudarla me ponía nervioso. Y justo cuando parecía que ya se había calmado, y se le habían gastado finalmente las lágrimas, me sorprendía con un nuevo sollozo desgarrador que hacia que se me encogiese el alma.

-Shhh, tranquila pequeña-la abracé más fuerte- Ya pasó, tranquila.

Y así continuamos durante toda la tarde, hasta que Erin, finalmente, se quedó profundamente dormida. No habíamos hablado del tema por lo que no sabía el motivo por el que habían roto aunque ya me podía hacer una idea. Y tampoco sabía todavía quien de los dos había dado el gran paso. La miré y repasé cada rasgo de su bonito y dulce rostro. Realmente era una chica preciosa. Preciosa no, hermosa. Era jodidamente perfecta. Y yo era un idiota por haberme ido antes así de su casa. Vale que estaba molesto. Pero tenía que comprenderla. Quizá ella se repetía constantemente que seguía enamorada de mi y lo último que le apetecía es que viniera yo y se lo repitiera de nuevo, una y otra vez.

Acaricié su mejilla con la yema de mi pulgar. Era muy suave. Me incliné y le planté un pequeño beso en la frente.

-Descansa, princesa- le susurré a sabiendas de que no me escucharía.

Me levanté de la cama y fui en busca de mi móvil que continuaba todavía tirado en el suelo de la entrada de la habitación. No me había molestado en cogerlo. Y tampoco me había hecho falta. Respiré tranquilo al ver que continuaba funcionando. Ventajas de tener un ladrillo como móvil. Lo encendí y miré la hora. Las 22:45. Wow. Se nos había hecho realmente tarde. Debería avisar a su padre, Ismael para que no se preocupara. Busqué su contacto y al tercer pitido, contestó.

-¿Kaled eres tu?

-El mismo. Llamaba para decirle que Erin está conmigo. Y que se acaba de quedar profundamente dormida.

-Llamó Aisha unas horas atrás para decírmelo. Estaba desesperado, no la encontraba por ningún lado. Y me contó lo sucedido. Me alegra saber que está en buenas manos.

Enrrojecí. Me enorgullecía saber que su padre pensaba todo eso de mí.

-Muchas gracias. Si quiere cuando despierte la acompaño a casa.

-No, Kaled. No digas bobadas. Tanto tu como yo sabemos que con quien mejor estará ahora mismo, dado lo sucedido, es contigo. Te necesita más que nunca.

Suspiré. Ya era la segunda persona que me decía eso. Giré la cabeza y la miré. Me necesitaba. Y iba a estar junto a ella en todo momento. No iba a faltarle de nada mientras yo estuviera presente.

-Esta bien. De todas formas, mañana le diré que te llame. Al fin y al cabo eres su padre. Y eres quien mejor la conoce.

-Como quieras. Cualquier cosa, ya sabes donde resido. Espero que se recupere pronto. No soporto verla mal.

-Ya somos dos, Ismael. Haré cuanto esté en mi mano para que mejore.

-Muchas gracias.

Y tras otro gracias, nos despedimos con unas cordiales palabras, con la promesa de repetir la tarde de café del otro día.

Me di una ducha rápida y me acosté junto a Erin, dejándola espacio. No quería incomodarla. Sin embargo, apenas habían pasado cinco minutos, cuando sentí un tibio cuerpo muy cerca de mi. Abrí los ojos, topandome con unos verdosos, realmente preciosos.

-¿Como estás?- Le aparté un mechón castaño de la cara.

-Ahí voy- respondió.

Sus ojos miraron hacia abajo. Seguí su mirada. Miraba mi pecho desnudo.

-Lo siento- me disculpé- En verano siempre duermo así... Voy a ponerme una camiseta.

-¡No!- medio gritó/chilló al verme incorporarme.- No te preocupes, enserio. No me importa. Simplemente no recordaba que tuvieras esa cicatriz.

Miré la cicatriz que ella decía. Tenía razón. Esa cicatriz no la tenia antes. Me la hice al trepar a un árbol en busca de refugió en una de las tormentas que tuve que pasar al otro lado.

-Oh- murmuré- Los cortes de árbol son los peores.

Alargó su fino dedo y pasó la yema de este sobre mi torso, recorriendo la marca. Me estremecí entero. Era increíble lo que esta chica me provocaba con un acto tan simple y tan espontáneo.

-Hay heridas que sanan con cicatrices. Y otras que, simplemente, por mucho que trates de cicatrizarlas, jamás lo logras.- apartó el dedo suavemente y me miro a los ojos- Y tu eres una de ellas. Por mucho que traté de olvidarte, de cicatrizarte para siempre... No he podido hacerlo. Y ha sido demasiado estúpido por mi parte hacerte pasar por esto. Porque no solo te hacia sufrir a ti. A mi también me dolía estar lejos de ti. No sabes cuanto, Kaled.

N/A:

Me encanta la comparación que a hecho Erin con las cicatrices. ¿A vosotrxs no? 💞

Os quiamodorooo!! 💜💜💙💙💛💛

Diario de un chico visible (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora