¿No puedes verlo en mis ojos?

763 64 7
                                    

Y los sentimientos salen a flote

Tal vez ya es tarde para admitirlos ???


...Dulce sentía que el contacto de las manos de Christopher le quemaba. Trató de soltarse forcejeando un poco, pero él no la dejaba libre.

―Disculpa, Dul. No te enojes conmigo, ¿quieres?

―No estoy enojada ―dijo ella tratando de aparentar normalidad, pero no lo logró.

―No mientas, Dul. Veo que tienes los ojos brillantes de furia. Fui un tonto al decir eso, si quieres no hablaré más en todo el día, pero no estés enojada, por favor.

Ella lo miró y vio sus ojos suplicantes, como los de un cachorro pequeño pidiendo cariño. En ese momento fue que se dio cuenta de que estaba completamente perdida y que sería una batalla campal sacar a ese hombre de su vida.

―Está bien, tonto ―dijo ella, sonriendo y él se acercó para besarle la punta de la nariz, lo que no fue de mucha ayuda para Dulce que, estaba tratando de ordenar sus ideas sobre Christopher.

―Gracias, Dul. Por eso te quiero tanto. Se quedaron mirando por lo que pareció una eternidad. Él se negaba a soltarla y ella no quería que lo hiciera, aunque sabía que no era lo mejor.

―¡Tío! ―se escuchó de pronto la voz de Adam interrumpiendo el silencio.

Christopher soltó las manos de Dulce y ella se apartó de él dándole espacio para que saludara a Adam.

―¿Estás listo? ―le preguntó al entusiasta niño.

―Sí, estoy más que listo. Podemos irnos cuando quieras.

Dicho esto, los tres salieron de la casa y se subieron al auto de Christopher para dirigirse al estadio.Una vez en el recinto, llegaron al palco que los esperaba y se prepararon para que el patido de fútbol comenzara.El juego avanzaba y los tres entusiasmados veían cómo el equipo al que estaban apoyando no lograba anotar un gol. Dulce se paraba sin cesar desde su asiento increpando a los jugadores y al árbitro en quien había fijado su ataque.

―¡¡¡Pero qué estás cobrando, hijo de la gran p...

―¡Dulce! ―le dijo David reprendiéndola y cortando la grosería que estaba saliendo de su boca para que Adam no escuchara.

―Lo siento, ¿pero tú has visto? Ese árbitro no sabe nada y nos están robando el partido.―Dulce se volvió a sentar enojada, con los brazos cruzados sobre su pecho, enfurruñada por lo que ella creía era la injusticia más grande del mundo.

Christopher la miraba embelesado. Siempre que podían Dulce y él iban al estadio y con ella la experiencia era única. Era tan apasionada que, si el equipo ganaba, era la felicidad máxima para ella, pero si les tocaba derrota, era capaz de salir llorando deconsolada desde el estadio.

Nunca lo reconocería ante nadie y menos ante ella, pero ir con Dulce a un partido de fútbol, era la mejor cosa del mundo.El sonido del teléfono móvil, sacó de su estado a dulce. Lo tomó desde el bolsillo del jeans y miró la pantalla. El número no le era conocido, pero aún así decidió contestar, ya que muy pocas personas tenían ese número y de seguro era algo importante, pensó.

―Hola.

―Hola, Dulce ―dijo una profunda voz masculina al otro del teléfono―. Soy Daniel, Daniel Morris.

―Hola, ¿cómo estás? ―respondió ella incorporándose en su asiento. Vio que Christopher la miraba con curiosidad, así es que decidió levantarse para alejarse un poco y hablar con tranquilidad.

Tú eres para míWhere stories live. Discover now