(¨*•.¸Amar en Silencio ¸.•*¨)

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Daniel y Dulce llegaron a la casa de ésta. Él estacionó su automóvil y se quedaron por un segundo sumidos en un incómodo silencio, hasta que ella fue quien habló.

―Daniel, gracias por la invitación. Me lo pasé maravillosamente.

―Yo igual, Dulce. Me lo pasé muy bien esta noche. Creo que deberíamos repetir, ¿no crees?

―Claro ―dijo ella―, me encantaría.

―Genial ―dijo él y de nuevo se volvió a crear el silencio entre ellos.

―Bien, creo que debería entrar ―dijo Dulce.

―Está bien. ―Daniel bajó del auto y llegó a la puerta del copiloto para abrirsela a Dulce como todo un caballero que era.

La acompañó hasta la puerta de la casa y ahí se quedaron frente a frente mirándose nerviosos.

―Bueno señorita, la dejo en la puerta de su casa sana y salva.

―Y te agradezco mucho que lo hicieras ―dijo ella regalándole una coqueta sonrisa―. ¿Quieres entrar y tomarte, no sé... un café o una copa tal vez? ―ella lo miró y vio que sus ojos estaban llenos de dudas.

―Creo que mejor te dejo para que descanses ―dijo él y se acercó para besarle la mejilla a Dulce, pero en un rápido movimiento, Daniel la besó en los labios.

Dulce abrió los ojos en sorpresa, pero se dejó besar por él sin prisa. El contacto de los labios fue suave, como si él estuviera pidiéndole permiso para besarla. Ella cerró los ojos y se dejó llevar por la suavidad de los labios de Daniel. Él invadía la boca de Dulce solo lo justo y necesario. No quería ser violento ni parecer que se estaba aprovechando de la situación. Él terminó el beso y separándose de ella la miró buscando en su rostro alguna expresión que le indicara enojo o satisfacción, pero solo se encontró con sorpresa en los ojos de Dulce. Ella sonrió y lo miró con curiosidad.

―Disculpa, Dulce...yo...bueno...es solo...

―No te disculpes, Daniel. Fue solo un beso. No te preocupes.

―Es que no quiero que pienses que...

―No pienso nada...nada malo quiero decir. Me quisiste besar y lo hiciste ¿Qué tiene eso de malo?

―Claro, claro. Pero no sé qué me pasó, fue un impulso. Hace nada que nos conocemos y...

―Daniel, no digas nada más. No le des más vuelta a lo que pasó, ¿quieres? ―dijo ella posando una mano sobre el hombro de él.

―Bien, ahora me despido. Te llamo para invitarte a almorzar o al cine , ¿tal vez?

―Claro, el cine sería genial. Adiós, Daniel, buenas noches.

―Buenas noches, Dulce.

Ella entró en su casa pensando en lo que le acababa de suceder. Daniel la había besado y había sido extraño. No era que el tipo besara mal ni nada, solo que no sintió el cosquilleo especial que una vez sintió con Christopher.

―Ah no, es que yo si que soy una bruta rematada. ―Se regañaba en voz alta mientras entraba a su cuarto― Christopher debe estar pasándola genial con la barbie con la que andaba y yo acá pensando en él ¡¡¡Qué bruta soy!!!

Daniel conducía su auto por la ciudad preguntándose qué le había llevado a ser tan impetuoso y besar a Dulce. La verdad era que a él le atraía la mujer, pero su corazón seguía siendo ocupado por completo por Denisse, su ex novia. Dulce era una mujer hermosa e inteligente a la que cualquier hombre querría seducir, pero además era una excelente persona, pensó, y no sería justo intentar con ella lo de un clavo saca a otro clavo.

Tú eres para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora