Una vez más .... Lo siento

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......

―¿Qué?

―Lo que oyes. Mientras más te vea conmigo más rápido reaccionará.

―¿Y si no?

―Bueno, si no, sigues como si nada.

Dulce pensó en la propuesta de Daniel. No sabía si debía aceptar aquella enorme locura. No dijo nada, pero se lo pensaría. Luego de que terminaran de comer la pizza, Daniel llevó a Dulce a su casa. Christopher que, estaba viendo televisión en la sala, escuchó el ruido del motor del auto de Daniel, que se detuvo fuera de la casa.

Llegó hasta la ventana para observar el auto y ver si algo pasaba entre la pareja. Daniel se dio cuenta de la silueta que estaba en la ventana y sonrió. Con una mano acarició la mejilla de Dulce y le dijo:

―Y después dices que el abogado no está interesado en ti. El pobre hombre está pegado a la ventana para ver si te beso o no.

―Dulce tuvo que contener las ganas de girar la cara y ver lo que Daniel le decía.

―Daniel, será mejor que entre. Gracias por la cita.

―De nada...y piensa en lo que te dije. Si quieres que este hombre reaccione y confiese lo que siente por ti, soy materia dispuesta para lo que quieras.

―Gracias por la oferta, pero no creo que sea necesario. Ahora te dejo. Adiós, Daniel.

―Adiós, Dulce.―Daniel le besó la mejilla. Luego ella bajó del auto y caminó hasta la puerta de su casa.

Christopher volvió rápidamente al sofá y fingió estar concentrado viendo el canal de música en la televisión. Cuando Dulce abrió la puerta, los suaves acordes de un tema de Frank Sinatra inundó sus oídos. Entró en su casa y vio a Christopher sentado en el sofá.

―Hola. ¿Qué haces?

―Hola, aquí viendo un especial de Frankie ¿ Todo bien con tu cita? ¿Qué película viste?

―Sí, muy bien. Vimos Drácula ¿Todo bien por aquí? ¿Adam se acostó temprano?

―Todo excelente. Después de que me masacrara sin piedad en la Playstation lo mandé a dormir. Me siento fatal de que un niño de siete años me diera clases de video juegos.

Dulce rodeó el sofá y se sentó al lado de su amigo. Sus miradas se encontraron de improvisto y a ella se le vino a la mente la conversación sostenida con Daniel. Trató de buscar algo en los ojos de Christopher, algo que le indicara que Daniel tenía razón, pero solo se encontró con la misma mirada de siempre. Esa brillante mirada de pícaro que a ella tanto le gustaba.

―Bien, creo que resultaste ser todo un niñero. Gracias, Christopher.

―De nada, además me divertí mucho con Adam. Tiene cada ocurrencia ―dijo él pensando en todas las cosas que el niño le había dicho sobre Dulce y él. Primero reclamándole que dejara salir a su tía con otro hombre y luego haciéndole preguntas sobre qué sentía por Dulce, cosa que él no supo cómo contestar.

―Genial. ―Dulce se acomodó un poco en el sofá, de fondo seguía sonando el inmortal Frankie. De pronto, la melodía de I Got you under my skin llenó la habitación. Christopher se levantó y le extendió una de sus manos a Dulce.

―Dulce, ¿me concedes esta pieza?

―¿Qué? Tú si que estás loco ―dijo ella risueña ante la invitación de su amigo.

―Vamos, baila conmigo ―él se acercó a ella y la tiró de una mano hasta que estuvieron frente a frente― ¿Recuerdas que bailamos esta canción en la gala de la naviera el año pasado? Todos comentaron lo bien que lo hicimos.

―Lo recuerdo―dijo ella estremeciéndose al encontrarse entre los brazos de Christopher y al escuchar la letra de la canción.

♪♪♪Te llevo bajo mi piel. Te llevo en lo profundo de mi corazón

Tan profundo en mi corazón que ya eres parte de mí.

Te llevo bajo mi piel. He tratado de no ceder.

Y me dije: este romance no funcionará.

Pero,¿Por qué debería resistirme cuando sé perfectamente que te llevo bajo mi piel? Sacrificaría cualquier cosa

Pase lo que pase por tenerte cerca.

A pesar de una voz de advertencia que aparece de noche

Y repite, y repite en mi oído:

"¿no sabes, pequeño tonto que nunca ganarás?

Usa tu cerebro despierta a la realidad"

Pero cada vez que lo hago tan solo pensar en ti me detiene antes de empezar.

Porque te llevo bajo mi piel...♪♪♪

Ambos eran unos excelentes compañeros de baile. Christopher la hacía girar y volver a sus brazos, tomándola por la cintura y apretándola contra él. Dulce estaba en la nubes, le encantaba estar así, tan cerca de Christopher compartiendo ese baile, ella sonreía de felicidad.

Él la miraba directo a los ojos y de vez en cuando cantaba algo de la letra de la canción en el oído de ella. La piel de Dulce de erizó al sentir la cálida respiración en su cuello. Christopher cerró los ojos y aspiró profundamente el perfume de su amiga y su mente se nubló.

La canción ya estaba por terminar. Él se separó un poco y miró fijamente el rostro de Dulce, ella le devolvió la mirada y él sintió que una fuerza en su interior se apoderaba de él.

Sin pensar en nada soltó la mano de Dulce y la fue a tomar por la nuca para atraerla hasta su boca y así fundirse en un beso.

A Dulce las rodillas le temblaron. No daba crédito a lo que estaba pasando en ese momento, pero se entregó al beso de Christopher, eso era todo lo que deseaba.

Él la besaba lento y suave, como si de degustar un sabroso manjar se tratara. La atrajo más a él y ahora el beso se tornó más apasionado. Un agradable cosquilleo recorría el cuerpo de Christopher, una agradable sensación que nunca antes había sentido. Pero algo pasó por su mente y se apartó de ella de golpe.

Dulce, aún medio atontada por el beso, no entendió la actitud de Christopher.

―Lo siento... Dulce... yo no quise...―dijo él y comenzó a caminar hasta la puerta con la clara intención de alejarse del lugar.

―¿Qué pasa, Christopher? ―preguntó Dulce al ver lo rápido que él la abandonaba. Y eso hizo que la rabia se apoderara de ella.

―Nada, es solo que esto... este beso no debió ser.

Dulce caminó rápido y llegó hasta su lado antes de que saliera por la puerta para decirle:

―No digas eso, idota. No me digas que esto no debió suceder. Háblame Christopher, qué pasa contigo.

―Lo siento Dulce... de verdad lo siento. ―dijo él queriendo salir cuanto antes de esa casa que sentía que lo asfixiada.

―Tenemos que hablar ―dijo ella en tono firme y con la rabia subiéndole por los pies.

―Ahora no, Dulce. No puedo ―Christopher alargó la mano para tomar el pomo de la puerta. Dulce colocó su mano sobre la de él y le dijo:

―Es ahora o nunca, Christopher. Si sales por esa puerta no vuelvas más. No voy a hablar contigo nunca más. Siempre que haces algo luego te discupas y dices que lo sientes, que no debió pasar, pero nunca te has preguntado, ¿cómo me siento yo?

Él la miró y luego bajó la vista al suelo. No sabía qué le pasaba, por qué tenía esa actitud estúpida al enfrentarse a Dulce y a sus sentimientos.

Luego de un segundo, levantó la cara y habló:

―Lo siento, Dulce. ― y abrió la puerta para salir de la casa de su amiga, quien se quedó petrificada en el umbral viendo cómo el hombre que ella amaba se alejaba una vez más esquivando la conversación. Él se alejaba y esta vez para siempre, porque ella no permitiría que él entrara en su vida otra vez.


Tú eres para míWhere stories live. Discover now