Día 28 [Domingo]

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Ése día, Kyungsoo había estado dispuesto a arriesgarse e invitar a Jongin a almorzar a su mesa, pero el grito del entrenador que lo llamaba le cortó la motivación. El hombre los sacó de su burbuja privada y, apenas después de unos segundos en los que el moreno recorrió trotando el pasillo,  había desaparecido de su vista. 

Aún cuando no había sido más que un intercambio pobre de palabras (y un golpe en la nariz para Jongin), el momento le dejó a Kyungsoo un sentimiento cálido en el pecho y una caja de jugo frío entre las manos.

No le quedó de otra que volver con sus amigos, y aunque a ellos no les pasó desapercibida su sonrisa de idiota no tuvo que dar ninguna explicación sobre ello, ya que ninguno dijo nada al respecto.

De cualquier modo, tuvo que conformarse con ése encuentro, pues no volvió a ver a Jongin en toda la semana. Cuando habló con Chanyeol y le preguntó (de manera muy sutil, ajam) este le comentó que quizás estaba ocupado entrenando, y Kyungsoo, que debería sentirse satisfecho con ésa información pues estaba ahí cuando el entrenador lo llamó para decirle algo que no podía esperar al horario del equipo, sentía que había algo más.
Si Jongin solo estuviera entrenando en los recesos, él lo habría visto en las clases que compartían o definitivamente cuando iba a visitarlo a las canchas.

(Visitar, no espiar.
El hecho de que se esconda tras las gradas para no ser descubierto no significa nada. Es para que no le llegue el sol).

Sin embargo, Kyungsoo no había visto ni un cabello de Jongin desde el lunes y negaría la verdad si dijera que no lo extrañaba y que estaba algo preocupado.  De hecho, el sentimiento de inquietud no lo había abandonado en toda la semana y ya estaba bastante ansioso.

Quizás simplemente se aburrió de ti y te está evitando.

No pudo evitar bajar la mirada aún cuando no estaba prestando atención a nada en específico. El sentimiento de vacío en su interior reapareció con fuerza cuando aquel pensamiento cruzó por su mente. Odiaba su mente, pero suspiró pensando que tenía razón. De todos modos él solo era un chico tranquilo, quizás un poco obsesivo con algunos aspectos, pero fuera de eso, Do Kyungsoo era tan común que no llamaba la atención. No se sorprendería si nunca nadie se fijaba en él, porque en realidad sentía que no tenía nada distinto a lo que aferrarse. Nada lo hacía especial. Todo lo que lo caracterizaba se podía encontrar con creces en otras personas más geniales. 

Entonces, ¿por qué iría Jongin a fijarse en él?

Rodó en su cama hasta encontrarse con el calendario que aún colgaba desde la pared blanca de su habitación.

Ya habían pasado veintiocho días de los cien que se había propuesto como meta y había tenido avances. Más de los que puso imaginar durante años, pero... ninguno había sido realmente por esfuerzo de él.

Todo había sido gracias al destino.

Se suponía que Kyungsoo iba a vencer sus miedos y a desafiarse a sí mismo para poder alcanzar a Kim Jongin, pero sigue siendo el mismo chico vulnerable de hace casi un mes atrás, inseguro y con miedo a la soledad.

La pantalla de su teléfono se iluminó con la notificación de que la batería estaba completamente cargada. Solo ahí fue realmente consciente de cuanto tiempo estuvo sumido en sus pensamientos. Luego de un suspiro, se estiró para alcanzar el aparato y acomodando la almohada bajo su cabeza, se dispuso a hacer el primer movimiento real con el moreno.

Iba a tomar la iniciativa.

Abrió el sistema de mensajería online y no tuvo que buscar demasiado antes de encontrar el chat que había terminado con un mensaje suyo diciendo "Adiós, Jongin".

Se mordió el labio intentando pensar en alguna excusa para poder entablar una conversación decente, pero su mente no lo dejó avanzar por ése camino.
Se supone que quería lograr entablar al menos una amistad con Jongin, así que no necesitaría una razón para contactarse con él, ¿o sí?

Kyungsoo escribió rápidamente el mensaje y fue lo suficientemente infantil como para cubrirse lo ojos al momento de apretar el botón de enviar.

Esperaba que Jongin le contestara y pasaran lo que quedaba del fin de semana mandándose mensajitos como dos enamorados.

100 días para estar con él [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now