Capítulo 5

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Madison

Cuando Alan bajo, yo fui rápidamente a la habitación de Hudson pero no estaba. Al darme la vuelta para ir hacia las escaleras, vi a Chad abriendo la ventana de su cuarto.

— ¿Has visto a Hudson? —le pregunté asomándome en su habitación. Para ser él, tenia la habitación muy ordenada.

— ¿Parezco una niñera para saber donde está cada uno? —dice de mala gana.

— Uy, alguien no durmió bien anoche.

— Ya lo hiciste tu por mi con tu querido Alan. Muy fácil le perdonaste.

— Hablando de eso... —me rasque la cabeza.

— ¿Qué? ¿No le perdonaste? Porque os acabo de ver abrazados.

Miré a los lados para ver si había alguien y pensé dos veces antes de entrar en su habitación y cerrar la puerta tras de mi. Chad, al ver el gesto que hice, se dio la vuelta para verme y tomo una pose firme.

— No le perdone realmente... —jugué con mis dedos— Él me pregunto que si quería tener un hijo y yo evité un poco la pregunta sin que él se diera cuenta sólo para no decirle que no quiero tener hijos y que los odio. —dije rápidamente tomando aire al final.

— Haber si entiendo. Le perdonaste para que él te perdonara por una cosa que aún no sabe.

— Exacto.

— Vete de mi habitación. —me señala la puerta.

— ¿Pero qué? —dije confusa.

— No me vengas a contar tus cosas si no hay algo de interesante en ellas. —se acerca a mi.

— Pero espera, no le vayas a contar o, como tu le llamas, a decir la verdad.

— Entonces, no habérmelo contado. —me toma del brazo y me saca de la habitación para luego cerrarme la puerta en la cara.

Éste chico es increíble. Negué con la cabeza. 

Baje a la cocina donde había un exquisito olor. Por lo visto Bryce preparo la comida para todos. Pero la parte mala fue cuando tuvimos que esperar a Chad para que viniera porque si no, no nos dejaba poner la comida en los platos. Y claro esta que Chad, cómo un buen hijo de puta que es, se hizo esperar. Aunque la espera mereció la pena, la comida estaba riquísima. Hm... Y ella que dijo que no se le daba bien cocinar. Por eso, mientras comía, hice algunas muecas de desagrado.

Al final de la comida, pude ver de reojo cómo Bryce y Alan se hacían gestos y muecas. Los ignore.

— Jimmy, ¿por qué no vas arriba a jugar un rato? —le dice Bryce. El chico sin quejarse, se fue rápido y contento— Chicos, tengo que hablar con vosotros de una cosa.

— ¿Y que esperas? —dice Chad echándose en todo el sofá.

— Lo he estado hablando con Alan y me sugirió que también os lo dijera a vosotros. —hace una pausa— Es sobre Jimmy. Si alguna vez tenéis que tomar la decisión de salvarme a mí o a él o cualquier otra cosa, quiero que lo salvéis a él sin dudarlo.

— Eso es absurdo. —dije.

— Si yo estoy en esa situación, os dejare morir a los dos. —dijo Chad.

— ¿Por qué son así? —nos pregunta Bryce con un tono incomprensible.

— ¿Te estas escuchando? —solté— Si salvamos al niño, ¿que vamos a hacer con él? Va a ser un estorbo siempre. Aunque me cueste hasta decirlo, prefiero salvarte a ti que a él.

— Mad tiene razón. —dice Hudson— La situación de por si es complicada y viéndolo de esa forma, te necesitamos más que al chico.

— Chicos, no estáis siendo nada razonables. —dice Alan— Es sólo un niño, no se merece ésta vida.

— Por eso mejor lo dejamos morir. —se adelanta Chad para hablar.

— ¿Qué va a hacer el niño sin sus padres? —dice Hudson.

Bryce y Alan se miran el uno al otro cómo si sólo se entendieran con la mirada.

— Yo puedo cuidar de él. De hecho, todos podemos sólo que ahora estáis algo cerrados de mente. —dice Alan.

— ¿Qué?, ¿ya te entro la paternidad? —le dice Chad— Haber si encuentras a alguien con la que tener un hijo. —me mira con malicia pero luego vuelve a mirar a Alan y poniéndose serio— En ésta casa no entraran más hijos y si estas pensando en tener uno, te juro que yo con mis propias manos lo mato. —solté todo el aire que había acumulado. Realmente pensé que le iba a decir.

— ¿Tienes algún problema? —le dice Alan mientras se levanta sacando su pecho.

— La verdad es que no, mi vida es muy tranquila. —le contesta muy cómodo desde el sofá.

— Pues a lo mejor necesitas que te refresque la memoria. —dice Alan mientras se acerca a Chad.

— Alan, para, no vas a resolver nada así. —le dice Hudson tomándolo del brazo.

— No sé lo que os pasa. Pense que hubieseis estado de acuerdo conmigo. Esto se ha salido de las manos. —dice Bryce.

— Realmente no estas pensando bien las cosas. —le dije.

— No voy a dejar morir a mi hijo. Creí que por lo menos tú me ibas a entender, no sé que corazón tienes. —dice con una decepción salida de los más profundo del alma. 

Lo sentí como una daga que iba directa al corazón. Por unos segundos me sentí débil, incapaz, maltratada y golpeada. Me vi pequeña frente a los demás. Es tan sólo un niño, cómo yo lo fui un día. Me repetí esas palabras en mi mente.

— Exacto. —dije— Yo viví sin mis padres, ellos murieron en frente mía y se cómo se siente y no se lo deseo a nadie. Es lo más doloroso que uno puede sentir en su vida. Estás destrozado, sin ninguna gana de vivir. Intentas aferrarte a algo pero no hay nada que te sostenga a ti. —me dirigí hacia la puerta— ¿Sabes qué? —me di la vuelta— Tienes razón, no tengo corazón. Porque ese día se rompió en miles de pedazos y no hubo nadie que me lo vuelva a reconstituir. 

— Lo siento. —dice Bryce apenada.

— Cómo dije antes, piensa las cosas antes de hablar. Esto no es un juego, ya eres grandecita para tomar decisiones. Éste no es un buen futuro para tu hijo así que ya puedes ir sacandole de éste mundo e ir buscándole un trabajo decente. Esto es un consejo de alguien que no tiene corazón. —dije antes de salir de casa.

 Me dirigí  a la parte trasera de la casa donde supuestamente estaban los coches. Para mi suerte las llaves estaban en el coche. No quería volver a entrar en esa casa.

¡Ups! Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora