Capítulo 16

434 45 6
                                    

Madison

Después de la ida de Alan, entró Chad por la puerta. Estoy orgullosa de mi misma por no sentir ningún tipo de dolor ante la decisión de Alan.

— ¿Qué pasó? —me pregunta Chad.

— Acabé la relación con Alan.

— Tardaste mucho en hacerlo. —me mira con malicia— No sabe con quien se metió.

— ¿De qué hablas?

— Nadie se mete conmigo y con esto le demostré lo que puedo hacer.

— Aún no entiendo.

— Eres tan tonta... —se sienta en la silla— Esto no hubiera pasado si no te hubiese retenido en mi habitación. Eres muy —alarga la palabra— fácil de influenciar.

Aún estaba algo confusa pero irritada.

— Habría hecho las mismas cosas si tu no estuvieras en medio. —le dije.

— Eso es porque no le quieres. —ríe.

— ¿Qué sabrás tú?

— A ver tontita, si le quisieras, hubieses tenido a ese bebé y no harías tanto escándalo por cosas inexistentes. Sí, puede que parezcan celos pero no lo son.

— Tu tampoco quisiste a tu hijo.

— No quise que lo tuviera pero si lo amaba. Era el fruto de nuestro amor. Además, ya sabes que eres un blanco fácil cuando estás embarazada.

— Entonces, ¡lo que yo entiendo de todo esto es que eres un falso y un gilipollas! —le tire la almohada.

— Sabes... a veces hay que llevar una máscara para hacer el bien.

— ¿Y tu que bien hiciste? —reí.

— Hacer que te dieras cuenta de lo que quieres.

— Sé lo que quiero.

— Yo también sé que lo sabes pero no lo quieres reconocer, las cosas están muy claras.

— ¡Vete de una puñetera vez! ¡No sé de que coño me has estado hablando! ¡Vete! —le señalé la puerta.

— Si eso es lo que quieres... —se levanta— Vas a quedarte sin amigos.

— No necesito a nadie.

— Recuerda ésta conversación. —abre la puerta.

— Espera, dame la almohada.

— Dijiste que no necesitabas a nadie, pues cógela tu misma. —sale de la habitación.

¿Quién se cree ese? Lo que quiero es... Tan sólo quiero que todo esto acabe de una vez.

Alan

— ¿Qué haces pedazo de mierda? —me dice Chad entrando en casa.

— Creo que eres bastante inteligente para poder darte cuenta de lo que esta haciendo éste pedazo de mierda. —me señale.

Él rodea los ojos.

— Sí, ya veo que estas perdiendo el tiempo llorando en ese sofá cuando yo realmente te advertí.

— Ella tomo la decisión por si sola. Aunque eres un hijo de puta, no creo que la hayas amenazado para que lo haga. Puede que la influyeras y toda esa mierda pero ella es bastante madura para decidir las cosas. La verdad es que, en estos momentos, no tengo ganas de hablar contigo así que muévete. —le hice unos gestos con la mano.

— Pues mira tu que casualidad, justo quería tumbarme en ese sofá.

— Haz lo que quieras.

— Siempre lo hago. —me guiña el ojo.

Negué con la cabeza.

— Ella no te quiere. —me dice.

— Lo sé. Dime algo que no sepa.

— Te odio.

— Eso ya lo sabia y para que sepas, yo también te odio. —le sonreí para luego tirarle el reposapies.

Hecho una furia se levanta y me tira la mesita de cristal. Me cubrí rápidamente con el sofá. De los trozos de cristal que se esparcieron por el suelo, tome uno y me levante. Chad tomo una estatuilla y se me acerco.

— ¿Qué es lo que realmente quieres? ¿Qué quieres conseguir? —le pregunte.

— Si ella no te ama, ¿tu por qué la amas? No puedo entenderlo.

— Ese no es tu problema.

Me golpea. Hijo de puta. Intente cortarle pero él se movía de un lado a otro.

— ¡Dime! —dice aún defendiéndose.

— No puedo dejar de quererla, me acostumbre a ella. Ella es como mi hogar. —por fin logre hacerle un pequeño corte— Ahora dime tu, ¿qué es lo que quieres?

Seguíamos estando uno en frente del otro amenazandonos con lo que teníamos en mano.

— ¡Chicos! —grita Bryce— ¿Qué estáis haciendo? ¿Qué le habéis hecho a la casa?

— Pequeños desacuerdos. —dice Chad mirándome.

— Claro, eso pasa cuando uno es un inmaduro. —le miré.

— Estarás hablando de ti.

— ¡Chicos! —vuelve a gritar Bryce— ¿Vais a seguir con vuestras tonterías o nos ponemos serios para contarles algo importante?

— Seguir con las tonterías. —dice Chad saltando a mi espalda.

Le agarré las piernas y aprovechando que estaba indefenso, le clavé el trozo de cristal en el muslo y luego lo dejé caer. Gritó.

— Ya estamos listos. —sonreí.

— Algo pasa en el bando. K no contesta y han bloqueado nuestras llamadas a otros integrantes del bando.

— Voy por Mad. —dije.

— No, ella esta bien ahí, pasado mañana le dan el alta. K no sabe lo que le paso.

— ¿Y qué haremos entonces?

— Tengo a alguien de confianza dentro del bando. Voy a buscarlo ahora mismo. Mientras tanto, limpien todo este desastre y intentad cuidar de Jimmy hasta que vuela.

— Hecho. —dice Chad intentando levantarse.

Mientras lo hacía, me clavo el trozo de cristal, que yo le clave, en el muslo. Me aguante el grito y me gire dándole un rodillazo en la cara. Él se fue de espalda y yo caí de rodillas.

— Con niños como vosotros no se puede. —dice Bryce antes de irse.

¡Ups! Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora