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Petra decidió ir a la recepción por el informe de su próximo paciente. Una vez más, pudo reconocer aquella gélida mirada de quien se encontraba junto a esta. Fue entonces que en su mente surgió una idea. El día marchaba a la perfección, ¿porque no comenzar de nuevo y regalar una sonrisa? "nadie se resiste a una dulce sonrisa y palabras amables" pensó antes de dar unos cuantos pasos y quedar frente a él.

- Creo que, empezamos con el pie izquierdo esta mañana. Mi nombre es Petra Ral, trabajo en el área de pediatría –dijo animada, sonriente y extendiendo su mano.

Él la observó por unos cuantos segundos. Su mirada era intensa, y hasta cierto punto reprobatoria. Comenzó a ponerse nerviosa y sentía como sus mejillas comenzaban a arden con tan solo el silencio. "Definitivamente no fue una buena idea" resonaba en su mente sin parar.

- Así que ese es tu nombre... -dijo estrechando firmemente su mano- debiste escuchar el mío cuando Jäger me presentó –agregó sin demasiada emoción, mientras ella asentía.

- Entonces... ¿trabajas en cirugía?

- Así es –respondió secamente.

Ambos recibieron la carpeta con sus respectivos pacientes. Pero entonces Petra dejó salir unas cuantas palabras sin pensarlo.

- ¿Acaso nunca sonríes?

Vio como fruncía el ceño y sin más le daba la espalda.

- Tch... regresa a tu trabajo mocosa –replicó antes de marcharse tomando el camino contrario.

- Ya puedo ver que siempre es un grosero... -susurró para sí misma, rodando los ojos.

Ella pronto tomó su propio camino. Petra sin duda amaba su trabajo, siempre atendía con gentileza y una gran sonrisa a sus pequeños pacientes. Aquella mañana continuó con la atención de tres niños más, hasta que recibió una llamada unos cuantos minutos antes del receso para almorzar. Dejó que sonara unos segundos y enseguida contestó.

- Doctora Petra Ral.

- Petra, ¿acaso lo olvidaste? Estamos en el restaurant de siempre, espero que no tengas otros planes –mencionó interrumpiéndola.

- Por supuesto que no, iré enseguida.

- Bien, ocurrieron ciertas cosas importantes que debes escuchar –mencionó emocionada.

El restaurant indicado tan solo quedaba a algunas manzanas de distancia. Decidió caminar y no llamar a su chofer, quien de seguro tardaría en arribar. Las veredas se encontraban llenas de gente como siempre. Personas distraídas hablando con su móvil caminando rápidamente, otras con sus pulcros trajes y un maletín en sus manos, mujeres, niños, amigos, un sinfín de personas. Petra caminaba entre la multitud, se detuvo un par de veces por semáforos que indicaban el color rojo, y luego seguía su camino con normalidad. Era un día caluroso, por lo que decidió dejar su bata blanca en su casillero personal, y ahora lucía alegremente su vestido azul favorito. Al llegar al establecimiento, fue recibida por el anfitrión quien la guio hasta la mesa reservada junto a los ventanales, que ofrecían una bella vista a esa hora del día, aunque sin duda ella prefería el cielo estrellado por las noches.

Los minutos transcurrían, entre conversaciones triviales, deliciosa comida, y risas. La música instrumental proporcionaba un ambiente agradable y relajado. No obstante, había algo que alteraba la tranquilidad de Petra. ¿La razón? Ilse Langnar. Sus expresiones eran las acostumbradas, sus carcajadas no eran diferentes a días anteriores, pero Petra sabía que algo ocurría con la que era una de sus mejores amigas, la conocía bien como para percibirlo. Sin notarlo cambio su expresión por una un poco molesta, mientras mantenía su vista fija en la mujer frente a ella.

Entre las sombrasWhere stories live. Discover now