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Luego de salir del hospital, y tras aquel desagradable momento, Levi acabo perdiendo el apetito. Planeaba ir a una conocida, aunque no concurrida librería en el centro comercial, por un par de ejemplares que deseaba agregar a su amplia colección. Mientras conducía a través de las congestionadas calles, sus pensamientos se concentraban inevitablemente en Petra. Unas cuantas preguntas rondaban su mente, y sin duda aquellas nuevas sensaciones le parecían de lo más extraño. Todo era tan absurdo, ¿qué había en aquella mocosa que incluso provocaba perder su autocontrol? Le molestaba su manera de actuar frente a ella, y aún más, al pensar que quizás podía llegar a notar lo que provocaba en él.

Levi nunca había sido una persona común, era introvertido e irritable, pero poseía un carácter fuerte. La vida se había encargado de convertirlo en una persona fría y distante, sin intenciones de demostrar sus verdaderos sentimientos al mundo.

Las discusiones aumentaban más y más su intensidad. Levi, sentado en un rincón de su habitación, dedicaba toda su concentración en el cuento entre sus pequeñas manos. Los fuertes gritos de su padre y un momento después, el llanto de su madre resonaba por toda la casa, a pesar de que la puerta permanecía cerrada, simplemente no podía continuar soportándolo. Dejó el libro sobre la mesita de noche, y cogiendo la almohada cubrió su rostro, intentando silenciar aquella pesadilla. Unos cuantos minutos transcurrieron, cuando pasos se aproximaron por el pasillo fuera de su habitación y estrepitosamente abrieron la puerta de su cuarto. Sobresaltado por la situación se reincorporó solo para ver a su madre completamente abatida, con gruesas lágrimas deslizándose por sus mejillas, las cuales lograban combinarse con la sangre que brotaba de su labio. Con tan solo cinco años, permaneció completamente inmóvil y en silencio al ver aquella escena. Solo reaccionó al sentir como los brazos de Küchel lo rodeaban y estrechaban contra su pecho. Levi la abrazó de la misma manera y cerró sus ojos con fuerza.

- Señor, ¿necesita ayuda? –un joven muchacho de cabello dorado y un extraño corte lo distrajo de sus pensamientos.

El chico vestía una chaqueta sin mangas de color rojo, como el resto de los empleados de la tienda. Sus ojos azules provocaban un notorio contraste con su piel clara, al igual que su sonrisa nerviosa. El gafete indicaba su nombre, Armin Arlert.

- ¿Conoces de literatura? –preguntó serio, pero con un leve tono de incredulidad en su voz.

- Por supuesto –dijo rápidamente, inquieto por su represiva mirada- ¿le interesa algún tema en especial? ¿historia tal vez?

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Auruo al ver que Petra permanecía en silencio y con una expresión notoriamente incomoda, soltó su mano y pensó que lo mejor sería darle un tiempo. No era adecuado presionar más la situación.

- No es necesario que respondas en este momento, pero quiero que lo consideres Petra.

- Yo, yo no puedo... me has tomado por sorpresa, lo siento no sé qué decir –agregó avergonzada.

- Entiendo... -suspiró- en cualquier caso, creo que cualquier chica diría que si a mi propuesta pecas –agregó con orgullo.

- ¡Auruo! Esto es importante, no es momento de tus bromas.

- Esta bien, está bien –dijo con una leve sonrisa- vamos, platiquemos de otras cosas, no quiero arruinar tu almuerzo.

Ambos permanecieron en silencio, y por primera vez para Petra, sentía un ambiente incomodo al estar junto a él. Rogaba mentalmente que la hora transcurriera más rápido de lo normal y así poder regresar al hospital. "Prefiero ver la amargada cara de Levi que continuar aquí..." dijo para sí. Una vez más venía a su mente aquel distintivo doctor. Pronto sintió sus mejillas arder y se reprendió mentalmente por comportarse como una tonta adolescente. Al elevar la mirada, pudo ver como Auruo tenía una expresión de intriga, con una de sus cejas alzada.

Entre las sombrasWhere stories live. Discover now