9

395 30 13
                                    

El selecto bar en el centro de la ciudad era un lugar bastante concurrido, pero sin duda una rápida reunión pasaría desapercibida entre tantas personas. Allí se encontraba un hombre, de complexión fuerte y cabello dorado, atado en una pequeña coleta. El sujeto se encontraba sentado en uno de los taburetes tras la barra. Revisaba constantemente su teléfono móvil, esperando por alguien. La tentación de llamar al número entre sus contactos crecía, mas decidió que no era oportuno insistir. Su semblante permanecía tranquilo, aquello hasta escuchar una voz conocida entre todo el ruido provocado por la música y los incontables clientes.

- Un vaso de whisky, póngalo en mi cuenta –ordenó al barman.

Levi pronto tomó su lugar junto al hombre que esperaba pacientemente.

- Gracias, es usted muy generoso señor Ackerman –mencionó el rubio.

Levi guardo silencio, no tenía interés de conversar más de lo debido con aquel sujeto.

- ¿Y bien? –preguntó.

- Tengo la información que solicitó señor –dijo instintivamente- ¿quiere que platiquemos al respecto? –agregó luego de poner sobre el mostrador un sobre sellado.

- No, presumo que todo está aquí –dijo al momento que cogía el informe, lo guardaba sigilosamente en el bolsillo interno de su traje y volvía a estar de pie.

- Así es, me tomé el trabajo de redactar hasta el último detalle.

- Por cierto, no es necesario mencionar la confidencialidad de tu trabajo ¿verdad?

Nervioso por la penetrante mirada del pelinegro, rápidamente se reincorporó de igual forma.

- Claro que no señor, soy muy profesional en todo esto.

Sin decir más, camino hasta la salida con ambas manos en los bolsillos. Una vez que la refrescante brisa de verano chocó contra su pálido rostro, se permitió esbozar una leve e insignificante sonrisa, que sin duda pasaría desapercibida para cualquier persona que caminase por la concurrida avenida.

------------------------------------------o----------------------------------------

Petra se agitaba entre las blancas sabanas, inquieta, intentando en vano despertar. El tiempo que transcurría con total normalidad, no parecía favorecerle en lo absoluto. Finalmente lo logró, irguiéndose precipitadamente. Jadeaba por la falta de aire y su corazón estaba agitado por el miedo. Permaneció varios segundos sentada sobre su cama y con las manos apresando fuertemente las sábanas, mas luego de unos minutos de inhalar profundamente, decidió que lo mejor sería tranquilizarse, e ir por un vaso de agua, para despejar su mente antes de volver a dormir. No lograba recordar exactamente porque despertó de aquella manera a mitad de la noche, ¿acaso una pesadilla? prefirió no pensar más en ello. Encendió la luz de la lámpara sobre la mesa de noche, y luego de cubrir su cuerpo con la ligera bata, camino hacia la puerta. Podía sentir el suave roce de la moqueta bajos sus pies descalzos. 

En el preciso instante en que extendió su brazo para alcanzar la manija de la puerta, alguien más la giró desde el otro lado... Antes de que esta se abriera por completo, rehuyó unos cuantos pasos torpemente, logrando tropezar y caer en el suelo de la habitación. Allí frente a ella, se encontraban aquellos azulados ojos. Observándola. Aun inmóvil, Levi dio dos pasos hacia el frente, dejando atrás el umbral de la puerta. Petra se puso de pie rápidamente y comenzó a retroceder al momento que él avanzaba. Sin embargo, no pudo continuar, su espalda había tocado la fría pared, dejándola acorralada, como una pequeña e indefensa presa.

- ¿Tienes miedo de mí? –escuchó.

- Si... –mencionó en apenas un susurro.

Sin más, sujetó suavemente su mentón y unió sus labios en un apasionado beso. Petra no podía mentirse a sí misma, no quería hacerlo más. Sin duda, aquellos labios apresando los suyos estaban despertando nuevas sensaciones en ella. Sin importar lo que pudiese ocurrir luego, cerró sus ojos para disfrutar el momento. Las frías manos de Levi lograron deslizar la bata desde sus hombros. Los besos se resbalaron desde su boca a través de su cuello. Podía sentir como su piel se erizaba con cada caricia. Llevó sus manos a su blanca camisa y comenzó a desabrocharla sin reparo. Lo despojo de esta. Levi sujetó firmemente sus piernas, y a la vez que iniciaba un apasionado beso, la llevó hasta la cama que hace tan solo unos minutos, dormía inquietamente, depositándola delicadamente sobre esta. Con los brazos rectos a ambos lados de su rostro, cuidaba de mantener cierta distancia entre ambos, tan solo la veía a los ojos en la más completa calma y con la tenue luz de la lámpara...

Entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora