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La oscuridad de la noche se podía apreciar a través de las grandes ventanas del bar. Petra bebía un cosmopolitan despacio, disfrutando el cítrico sabor. Entonces, resultaba imposible dejar de reír, tanto por los chistes y bromas no demasiado infantiles de Auruo, como por el alcohol que comenzaba a hacer efecto en su cuerpo.

A pesar de ello, su sonrisa logró esfumarse, y el ambiente comenzó a tornarse incómodo con los nuevos clientes que ingresaban a través del vestíbulo.

- ¿Sucede, algo malo? -preguntó su acompañante con cautela.

- Las personas que acaban de llegar, son mis compañeros en el hospital.

- Vaya coincidencia -mencionó con una leve sonrisa- ¿quieres ir junto a ellos?

- No, por supuesto que no -exclamó elevando un poco su tono de voz, a la vez que dejaba precipitadamente la copa sobre la mesa- de saber que vendrían, habría recomendado otro lugar.

Él la observó unos segundos, confundido por su inusual actitud. Enseguida bebió lo que restaba en su copa y suspiró lánguidamente.

- ¿Acaso, estás molesta? -preguntó alzando una ceja- Es extraño, siempre has sido muy sociable, por lo que puedo recordar.

- No, es solo que... quiero estar a solas contigo esta noche Auruo.

- Petra... creo que ya, has bebido demasiado -comentó nervioso y rascando su mejilla.

- Tan solo ignóralos, ¿quieres bailar?

- Mmm... está bien, pero no quiero que me pises esta vez.

Petra nuevamente sonrió ante sus palabras, al recordar aquella bochornosa fiesta de secundaria. Auruo sujetó su mano y luego de unos cuantos pasos, se encontraban junto a otras parejas que bailaban al compás de una lenta melodía. Las luces tenues y el jazz proporcionaban un ambiente apacible. Envolvió la delgada cintura de Petra con su mano mientras ella llevaba la propia a su hombro. Los pasos eran ligeros y pausados, y por segundos, ambos olvidaron la presencia de otras personas a su alrededor. Ella descansó la cabeza sobre su hombro, se sentía mareada. Él podía oler la exquisita fragancia que emanaba de su rojizo cabello. En un sepulcral silencio, tan solo disfrutaban la cercanía del otro. No obstante, forzada por la curiosidad, Petra dirigió su mirada hacia donde, el selecto grupo de médicos celebraba. Ninguno había notado su presencia aún. Sus ojos continuaron un recorrido invisible hasta detenerse en aquel misterioso hombre de seria expresión. Allí estaba Levi, sentado junto a Ilse en uno de los oscuros sofás, con su brazo rodeando los hombros de la chica. Involuntariamente el ceño de Petra se frunció.

- Petra... -susurró Auruo interrumpiendo sus pensamientos.

- ¿Eh? -expresó relajando su rostro.

- ¿Puedes contarme, lo que sucedió aquel día?

- Y-yo... -se reincorporó para mirarlo a los ojos- yo, bueno, es una larga historia...

- No continúes evadiendo el tema pecas -dijo frunciendo el ceño- dime de una vez porque te marchaste sin siquiera despedirte.

- La razón, la razón fue... -sentía como su corazón se aceleraba- Bien... -dijo haciendo una última pausa y bajando la vista- la verdadera razón fue porque, ya no podía soportar la situación en la que me encontraba.

Auruo se apartó levemente y tomó su barbilla para que sus ojos se encontraran.

- ¿De qué hablas? ¿fue Erwin? No me digas que fue por ese idio...

Entre las sombrasWhere stories live. Discover now