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- ¿Nombre? -mencionó Mike dispuesto a tomar apuntes en una pequeña libreta.

- Marlowe Freudenberg, señor.

- ¿Edad?

- 16 años -mencionó aún más nervioso que antes.

- ¿Cuándo fue la última vez que vio a la señorita Dreyse?

- En realidad, lo último que recibí de ella fue una llamada. No recuerdo la hora exacta, mas su voz sonaba triste. Aquello fue de los más extraño, ya que a pesar de que su vida no era, ciertamente fácil, siempre reía, era una chica muy alegre -su voz revelaba cuanto le afectaba la situación.

- Dime, entonces ¿cuál era tu relación con ella?

- Nosotros éramos amigos desde primaria. Además, mi casa está junto a la de ella, por lo que era frecuente visitarnos por las tardes, luego de acabar con las clases.

- Detalla todo lo que ella digo, en aquella llamada.

Marlo lo miró sorprendido unos cuantos segundos y trago en seco para continuar.

- Necesito, necesito un vaso de agua, por favor.

Mike miró a Ian, quién a regañadientes se levantó de su asiento.

- Se que todo esto resulta ser difícil, pero debes cooperar con todo lo que sea posible en esta investigación.

Marlowe asintió, pero su rostro continuaba con la misma expresión. Pronto Ian regresó y acomodó frente a él lo que había pedido. Bebió el contenido de golpe, por lo que no pudo evitar ahogarse y toser un poco luego.

- Bien... puedes contarnos lo de la llamada.

- Si... Fue como siempre al comienzo, sin saludar, solo bromas donde ella misma acababa riendo. Pero entonces su tono cambió, parecía avergonzada. Mencionó que estaba sola en casa, y su padre bebía junto a algunos amigos en el sótano -agregó apretando sus puños firmemente- ¡por Dios, soy un idiota! ¡Si tan solo hubiese dicho si! -exclamó enojado y con lágrimas amenazantes.

- Marlowe, debes calmarte, necesitamos que continúes con tu relato -dijo imperturbable Mike.

El joven de cabello negro relajó su ceño y respiró hondamente para evitar llorar frente a los policías.

- Ella, ella sugirió si podía dormir en mi casa aquella noche... Mi madre decidió que no era una buena idea. Al día siguiente tendríamos clases, y afirmó que, si estábamos juntos, terminaríamos desvelándonos.

- Ya veo... Platícanos acerca de su padre muchacho.

- Nunca llegué a saber, en que trabajaba el señor Dreyse realmente, no obstante, jamás tenía el tiempo suficiente para Hitsch, tan solo cenaban juntos algunas veces a la semana, el resto del tiempo estaba sola.

- ¿Y qué hay de su madre?

- Su madre la abandonó al nacer. No se exactamente la razón, pero después de aquello, fue cuando comenzó el problema con el alcohol de su padre.

Los tres en la habitación escucharon el estridente sonido al golpear la puerta. Era Erwin, tras el Hanji y otros dos policías. Marlowe palideció y no fue incapaz de voltear a verles. Se sentía nervioso tan solo por estar en la estación, pero luego de aquella súbita interrupción, suponía que no podría ser nada bueno para él.

- ¿Este muchacho es Marlowe Freudenberg?

- Así es, estamos en medio de un interrogatorio, como ordenó el oficial Dawk -mencionó rápidamente Ian.

Entre las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora