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Luego de aparcar su auto en el garaje de la mansión, Levi permaneció en completo silencio, con sus manos apresando el volante y repasando una y otra vez porque a su lado se encontraba Petra Ral, aun retenida con el cinturón de seguridad. Al sentir el frío de la madrugada apoderándose del interior del coche, decidió que lo mejor sería llevarla a una de las tantas habitación para invitados en su amplia residencia. Aquella sería la primera vez que permitía a alguien entrar a su casa, excluyendo a sus múltiples empleados. Bajó del auto, y rodeándolo por el frente, abrió la puerta del coche.. Notó que sus amelados ojos lo observaban, con una expresión completamente relajada.

- ¿Dónde estamos? -preguntó entonces; él no se molestó en contestar.

- Petra, ¿puedes caminar?

- ¿Usted qué piensa, distinguido doctor Ackerman? -mencionó arrastrando las palabras y soltando una insignificante carcajada.

Pronto deslizó una mano por su espalda y otra bajo sus piernas, cogiéndola entre sus brazos. 

Petra permanecía con los ojos cerrados, refugiándose en su pecho, como si se tratase de una pequeña niña, exhausta tras un largo día. El teléfono móvil en el bolsillo de su abrigo no dejaba de sonar, pero Levi consideró que no sería correcto revisarlo.

- Puedo ordenar, que preparen algo de comer -mencionó sin bajar su mirada.

- ¿Porque se toma tantas molestias, señor Ackerman? -dijo abrazándolo esta vez.

- Tch... -exclamó al sentir como el ritmo de su corazón se aceleraba.

Levi conservaba aquella habitual e impasible expresion en su rostro, mientras Petra reía divertida por su seriedad. Continuó su camino cuidadosamente, a través del pasillo hasta llegar al vestíbulo principal, mientras ella hablaba de un sinfín de banalidades, su detestable "amigo", recuerdos de su infancia, algunas cosas sin sentido para él. Al parecer comenzaba la etapa donde se presentaba totalmente elocuente y desinhibida. Subió las escaleras en dirección a la segunda planta y fue entonces cuando la dulce voz de la muchacha fue reemplazada por sollozos ahogados, en un inesperado y repentino cambio de humor. Sintió como lo estrechaba con fuerza, y posaba una de sus mejillas junto a la propia. Algunas lágrimas se deslizaban logrando humedecer el cuello de su camisa. Levi la depositó suavemente sobre la mullida cama. Antes de que pudiera apartarse de su lado, Petra sujetó su brazo, obligándolo a sentarse junto a ella, al momento en que se reincorporaba.

- Necesitas descansar.

- Quédate conmigo esta noche -dijo abrazándolo nuevamente- no quiero que te vayas Levi...

Sin duda, aquella era una oferta demasiado tentadora para él, y aquellas palabras pronunciadas con tanta confianza, estaban provocando que olvidara por unos segundos su propio autocontrol. Sin embargo, antes de que pudiera decidir, Petra se apartó de su lado y caminó hasta la puerta corrediza de cristal, dejando caer su abrigo sobre la alfombra. La siguió hasta el balcón. Dándole la espalda, se encontraba apoyada sobre la blanca barandilla de estilo veneciano. Veía ensimismada hacia los jardines traseros, apreciando el lugar. Enseguida elevó la vista hacia el cielo. Todo parecía difuso y suprrealista aquella noche. Todo daba vueltas, las estrellas parecían avanzar a través de la oscuridad, como las luces de la carretera distorsionadas con la velocidad. Levi permanecía de pie junto a ella, con ambas manos resguardadas en sus bolsillos.

- ¿No quiere que bailemos, doctor Ackerman? -mencionó, volteando a verle.

- No soy de esa clase de persona, mocosa.

- Vamos, solo será un momento -insistió sujetando su brazo e intentado jalar de él para ingresar nuevamente a la habitación.

- Pensé que no podrías, mantenerte en pie.

Entre las sombrasWhere stories live. Discover now