Capítulo 13

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Continuó besándola con más intensidad. Con sus manos recorrió la suave y aún fría piel de su espalda. La apretó contra él mientras se dedicó a saborear sus labios sin prisa. Introdujo la lengua en su boca para encontrarse rápidamente con la de ella que había salido en su busca. Su beso era lento, pero profundo y de tanto en tanto, le mordía con suavidad el labio inferior haciéndola estremecer.

Melina no pudo detener los suaves gemidos que salieron de su boca. Jamás había experimentado tanto placer con tan solo un beso y la forma en la que él la recorría con su lengua y la mordía sin lastimarla la estaba enloqueciendo. Se aferró aún más restregando sensualmente los senos contra su pecho lo cual provocó un ronco gemido por su parte.

A continuación, lo sintió inclinarse para acariciar sus glúteos con manos ansiosas. Su contacto era extremadamente cálido en contraste con su piel helada y cada una de sus caricias le provocaba una descarga eléctrica que la recorría entera hasta su mismo centro de placer. Le rodeó la cintura con ambas piernas al sentir que la alzaba en el aire y ladeó su rostro cuando él comenzó a besarle el cuello.

Sus suaves gemidos y el contacto de sus pechos desnudos contra él lo enardecían. Notaba cómo ella se retorcía entre sus brazos y se aferraba a sus hombros y espalda clavándole las uñas en su desesperación. Tal como le había dicho, deseaba besar cada parte de su cuerpo y deleitarse con su sabor. Quería volverla loca de placer, al igual que ella lo estaba haciendo con él. Necesitaba más o explotaría.

Atrapando nuevamente sus labios con ansia, sin soltarla, caminó hacia la habitación. Se acercó a la cama con urgencia y la depositó, con delicadeza, sobre la misma. Se apresuró a colocarse sobre ella con sus codos apoyados a ambos lados de su cuerpo y continuó recorriéndola con sus besos hasta llegar a sus senos. Los tomó entre sus manos suavemente mientras que con sus dedos jugó con sus pezones endurecidos. La sintió arquearse bajo su contacto y entonces acercó su rostro para atrapar uno de ellos con su boca.

Melina no podía dejar de retorcerse ante esas manos insistentes que no dejaban de torturarla con cada una de sus caricias. Jadeó, de pronto, al sentir la forma en la que su boca se apoderó de uno de sus pechos envolviendo su pezón con sus labios y castigándolo con los intensos y apasionados movimientos de su lengua.

Sebastián gimió contra su humedecida piel y succionó sin piedad. Era como si nada de lo que hiciera le alcanzara, seguía necesitando más, mucho más. Repitió el proceso con el otro seno mientras que con una mano la sujetó de la cadera para alzarla hacia él. Quería que sintiera lo mucho que la deseaba. Estaba decidido a darle todo el placer que pudiese antes de siquiera intentar saciar el suyo.

Alzó los ojos hacia su rostro y la pasión que vio en el mismo lo hizo vibrar por dentro. Sin dejar de besarla, descendió lentamente desde su pecho hacia su vientre. Sujetó los bordes de esa tanga que tanto lo había seducido minutos atrás y la deslizó lentamente hacia abajo. Una vez que estuvo completamente desnuda, la contempló por unos instantes. Era preciosa, sensual, y muy pronto, completamente suya.

—Me encantás —le dijo con voz grave.

Melina abrió sus ojos para fijarlos en los de él. Era como si el azul de los mismos se hubiese oscurecido bajo el efecto de su deseo, tornándolos grisáceos. Sintió un intenso cosquilleo cuando lo vio quitarse su remera dejando al descubierto sus impresionantes músculos. Continuó observándolo fijamente mientras se deshacía también del jean y sus bóxers. Su respiración se aceleró y tragó con dificultad ante la imagen de su miembro en todo su esplendor.

—Oh, Dios —gimió ante el fuerte deseo de sentirlo dentro suyo.

—No, Sebastián —dijo con una pícara sonrisa mientras le acarició las piernas separándolas lentamente. La besó en el cuello, el valle entre sus senos y su vientre y continuó el recorrido con la punta de su lengua hasta llegar a su parte más íntima. Una vez allí, se dedicó a saborearla lamiendo con suaves y continuos movimientos para luego succionar con fuerza.

Tras su promesaWhere stories live. Discover now