Capítulo 29

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Por la mañana, Mariano encontró a su hermana en la cocina sentada tomando mate mientras escribía en su notebook. Victoria seguía dormida y en parte se lo agradecía porque prefería hablar a solas con Melina. No sabía aun qué iba a decirle ya que tampoco a ella podía darle demasiada información, pero, al menos, intentaría tranquilizarla. Quería que supiese que no era de ella de quien se había alejado Sebastián, sino de una situación no resuelta de su pasado.

—Buenos días, peque —le dijo mientras se inclinó para besarla en la frente.

—Hola, Nano —murmuró sin dejar de mover sus dedos sobre el teclado en ningún momento.

Le llamó la atención verla tan concentrada, por lo que miró de reojo la pantalla sorprendiéndose de lo que acababa de escribir. Al parecer, uno de los personajes se estaba vengando de otro de una manera bastante gráfica. Hacía unos meses que sabía que había empezado a escribir una novela, pero no creyó que avanzaría tanto durante el tiempo transcurrido sin verse. Ya tenía más de treinta capítulos y, por lo que podía ver, el punto de tensión de la trama estaba en su apogeo. No quiso interrumpirla, por lo que, en silencio, se dispuso a prepararse un café y unas tostadas para desayunar.

Se estaba sentando justo frente a ella cuando la vio alzar la vista hacia él.

—¿Cómo va ese libro? —preguntó para luego dar un sorbo a su café.

Melina se cebó otro mate y reclinándose sobre el respaldo de la silla, le sonrió.

—Muy bien, me falta poco para el final. Quizás unos siete capítulos después de que termine este. Últimamente estuve bastante inspirada.

—Ya veo. Después me gustaría leerlo. ¿De qué se trata?

—De traiciones, mentiras, venganza, amor...

Su hermano arqueó las cejas ante su respuesta y estuvo a punto de escupir el café al intentar contener una carcajada.

—¡Definitivamente quiero leerlo!

Melina frunció el ceño. No pudo evitar recordar todos los momentos en los que Sebastián, creyendo que ella no lo veía, lo leía a escondidas. De pronto, sintió que su estómago se encogía. ¿Por qué cada situación o palabra mencionada la hacía pensar el él? ¡Dios, no podía quitárselo de la cabeza!

—Primero debo terminarlo y después corregirlo. No quiero que nadie más lo lea hasta ese momento —le dijo con mayor hostilidad de la que se proponía.

"Que nadie más lo lea", repitió en su mente Mariano. Era evidente que otra persona lo había leído y no le resultaba demasiado difícil suponer de quien podía tratarse. También había advertido su malestar y el cambio repentino en el tono de su voz. Decidió entonces que había llegado el momento de conversar con ella.

—Sé que anoche nos escuchaste hablar y solo quería decirte que Sebastián...

Melina no quería volver a oír su nombre. La lastimaba, le dolía ya que su sola mención despertaba en ella emociones que necesitaba enterrar de una vez por todas.

—No me interesa —mintió, interrumpiéndolo—. Lo que haga de su vida ya no es de mi incumbencia.

Tras decir eso, cerró la notebook de forma abrupta y se incorporó para vaciar el mate y lavar todo lo que había usado.

Su hermano asintió, poco convencido. Era más que evidente que no estaba siendo sincera. Por otro lado, no lo había mirado a los ojos al decirlo. Además, los movimientos bruscos, atípicos en ella, y la forma en la que se había levantado dejaban clara su intención de ponerle fin a una conversación que ni siquiera había empezado.

Tras su promesaWhere stories live. Discover now