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Somos marionetas, buscamos aprobación de personas para poder avanzar, sin embargo, aquello no asegura que al encontrar la aprobación dejaremos de ser lo que somos. Soy el ejemplo de una marioneta, estoy aquí con mi peinado alto, mi rostro maquillado, el largo vestido elegante que me cubre el cuerpo y el sonido del piano que se escucha en el fondo. Me voy a casar, me casaré con un completo desconocido.

Perdóname Sam...

Me obligo a mirarme al espejo y las ganas de llorar se acumulan en mi pecho, tanto que me quema la garganta por tragarme la tristeza que me abunda, pienso que es normal casarnos, pero no es normal que alguien te elija a la persona con la que te casaras.

—Aubrey, los invitados esperan. — Mi mirada vacía se refleja en el espejo de cuerpo entero que se encuentra en frente de mí.

Observo como mi madre sonríe embelesada, mientras trato de pedir con la mirada.

—Ya estoy lista —miento en lo absoluto.

Asiente y abre de par la puerta del cuarto.

Todo lo que pienso es en gritar y suplicar, pero toda esa gente que se encuentra en la boda, sabe sobre sus planes.

—Adelante —dice ella, sin dejar esconder su entusiasmo.

¿No lo ves mamá? ¿No ves que mis ojos están apagados y mi rostro muy pálido?

Hace unos meses atrás era una simple chica que mendigaba el amor de su padre, y ahora solo quiero huir después de enterarme que mi padre es uno de los narcotraficantes más poderosos de todo Londres. Prácticamente se deshizo de mí cuando se enteró que tenía una relación con uno de sus empleados. Lo que hizo fue atroz, metió a la cárcel a Samuel... y amenazó contra su vida, juró que lo mataría si me volvía a ver junto a él. ¿Y cómo fue posible meter a la cárcel a uno de sus empleados sin hundirse él? Fácil, Tiene todas las putas influencias para hundir a medio mundo que conspire en su contra.

Para Renato Bass no existe el perdón y si le fallas a él, pues prepárate para hundirte en la miseria. Y ahora es mi turno, soy su marioneta. Jugaré a la esposa de un idiota que ni siquiera conozco.

—Yo Dean, prometo protegerte, no soltarte y sobre todo valorarte como mi esposa —él me observa fijamente.

¿A caso es consciente de lo que está haciendo? Sus palabras quedan al aire y yo me aferro a todo recuerdo de Samuel para así luchar con las ganas de huir.

—Su turno —el sacerdote me sonríe con amabilidad.

—Yo Aubrey —trago con dificulta —, prometo respetarte, valorarte y sobre todo amarte hasta el final.

Todo es falso, estoy prometiendo algo que tal vez no cumpliré. Observo de reojo a mi padre, se le ve tan tranquilo. Él sabe que yo no lo amo y que seré enormemente infeliz, pero no parece importarle.

—Los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.

En algún momento me hubiera sentido dichosa de haber escuchado esas palabras, pero no ahora, no con quien tengo en frente, si no con Samuel, mi Sam.

Su rostro se acerca hasta quedar junto al mío y justo cuando pienso que lo besaré, mi rostro se gira y deposita un beso casto en mi mejilla; mientras un par de lágrimas caen en ellas.

—Por lo menos finge bien, porque yo lo estoy haciendo de maravilla —susurra a mi oído, mientras se aleja de mí. Comienza a saludar y a recibir felicitaciones de los invitados. Yo solo me encargo de soportar el show.

Ahora es mi esposo, pero en realidad es un desconocido al que parece divertirle la situación.

(...)

La mano de Dean atrapa la mía cuando bajamos de la limusina y llegamos a la casa en una urbanización, un obsequio su padre, se nota que el hombre está forrado en tantos millones que no le interesa malgastar el dinero. Separo mi mano de él y lo observo algo ofuscada. Niega divertido, ruedo la mirada, camina y abre las grandes puertas de madera para poder entrar a la enorme casa, las luces de esta se encienden y ambos entramos.

Silencio, es todo lo que nos acompaña.

—Bien Aubrey Bass, lo hiciste bien esta tarde —extiende su mano como símbolo de presentación, no dudo en manotearla lejos de vista.

—No me hables como una puta a la que te acabas de follar —siseo, comienzo a caminar de un lado a otro.

— ¡Cuida tu puto lenguaje! — escupe con furia. Me paralizo, mientras ambos nos retamos con la mirada.

» Genial, nuestra primera discusión como marido y mujer —cruza sus brazos y luego se le dibuja una sonrisilla maliciosa.

—Muy idiota, de seguro eres feliz con todo el show —mascullo ya enfadada.

Sus ojos me recorren de pies a cabeza, tan solo quisiera saber si nota lo ridícula que luzco con este vestido de novia. Pero él está fascinado.

—Me divierte. —Es todo lo que contesta, y cambia de conversación, sin darme la oportunidad de seguir reprochando la situación—. La casa posee tres habitaciones, puedes escoger cualquiera. No tengo problemas en compartir nada, además no creo vivir toda una vida aquí, ya tengo planeada nuestra luna de miel —da cortos pasos hacia mí y toma un mechón de mi cabello suelto —. Serías la novia perfecta si dejaras de estar enfadada todo el maldito tiempo —planta un beso en mi comisura, mientras susurra —. Dulce sueños, Corderito.

—¡No soy un animal y no vuelvas a tocarme!

—Indirectamente lo eres, indefenso y asustado corderito.

Me quedo de pie y muy quieta. ¿Qué demonios fue eso? Observo su espalda y da unos cuantos pasos, antes de detenerse por mis gritos.

— ¡Dean! —Él se gira y me vuelve a observar con detenimiento — ¿por qué aceptaste casarte conmigo? ¿Por qué yo y no otra? —Una pequeña sonrisa aparece en su rostro.

—Me atrapaste, corderito, considérame un amigo, más no un cazador.

Y se aleja, se aleja con una maldita sonrisa.

ATRACCIÓN PELIGROSAजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें