8

8.7K 623 32
                                    

Cuando estoy lista para salir de mi habitación; calculo cualquier movimiento, incluso pego mi oído a la puerta para así no encontrar a Dean. Soy tan cobarde también soy una tonta por querer jugársela, incluso cuando él me advirtió no poder soportar las consecuencias.

De manera lenta y cuidadosa, abro la puerta de mi habitación y lo encuentro tomando café. Lo primero que pienso es ignorarlo e ir por una taza de café, pero como siempre él altera mis planes... Sus ojos azules me observan de manera detenida; el brillo de ellos me impresiona. Tal vez deba descifrar sus emociones a través de sus ojos.

—Buenos días —rompe el silencio —, buenos días — vuelve a repetir al ver que no obtiene respuesta.

Dejo de estar como un sticker en la puerta y camino hacia la cocina, me sirvo un poco de café; aplico algo de azúcar y sorbo algo de este.

No me giro a observarlo, solo mantengo mis ojos fijos en la pared de la cocina. Tampoco contesto a su saludo.

Escucho la silla del comedor arrastrarse e incluso escucho como se aproxima a mí, pero soy incapaz de dar la cara. Cuando su respiración hace cosquillas en mi oído, pienso qué tal vez debí irme; sin esperar nada.

— ¿Te comieron la lengua, corderito? —uno de sus brazos me rodea y me quita la taza de café de las manos.

Ayer nos comimos la lengua Reynolds...

Me giro de manera rápida para observarlo, algo molesta.

—No, devuélveme mi café —trato de tomar la taza, pero la aparta.

—No quiero que te quemes —sus labios rozan mi nariz.

—No hables con doble sentido —ruedo los ojos y giro un poco mi rostro, evitando cualquier contacto.

— ¿Qué fue lo de anoche? —aparta mi cabello del rostro.

Detengo su mano en el proceso, no quiero que mi cuerpo se rinda ante su toque.

— ¿Simplemente no puedes olvidar lo que pasó? —me muevo hacia un lado para salir, pero se empuja hacia mí.

Mis ojos se abren demasiado; cuando su rostro se entierra en mi cuello y sus labios rozan este, al momento en el que pronuncia cada palabra.

—Seré claro, no pienses que me voy a olvidar de cómo te fascinaba besarme, y cómo no dormí en toda la puñetera noche porque tu jugada salió mal; porque te advertí que no jugaras y lo hiciste.

«Y sabes perfectamente que lo que pasó no estaba en planes, ahora deja de quemarte».

Cierro los ojos, mientras un suspiro escapa de mis labios.

—Se me hace tarde para ir a trabajar —ignoro su sermón.

Intento nuevamente moverme, pero esta vez me acorrala besándome, no lo detengo. Me toma por sorpresa y cuando reacciono para apartarlo, él lo hace sin necesidad de que yo lo haga.

—Dulce —se saborea y limpia de manera suave mi comisura.

—Bruto —lo empujo de manera molesta.

Esquivo su cuerpo, nuevamente, mientras caminó hasta la mesa para así encontrar mis llaves. No me preocupo en buscar mi celular; no soporto la idea de quedarme un minuto más en el apartamento junto a Dean.

— ¡No te vas a despedir! —Dean grita desde la cocina, mientras yo camino hasta la puerta.

— ¡Que te follen! —cierro la puerta de golpe y me guío hacia al ascensor.

Una vez que entro y las puertas se cierran, comienzo a recordar que he dejado mi cartera; no me he traído mis pertenencias.

Las puertas se abren y cruzo la recepción. Uno de los recepcionistas me saluda y yo le devuelvo el gesto. Cuando por fin salgo del edificio, inhalo el aire fresco, este hace cosquillas en mis mejillas, Comienzo a caminar hacia el trabajo; tal vez trabajar los domingos sea mi salvación.

ATRACCIÓN PELIGROSAHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin