ATRACCIÓN PELIGROSA

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"Hoy es un día gris, es como si mi alma hubiera salido de mi cuerpo a explorar su camino, y mi cuerpo camine sin encontrar rumbo"

Leo una vez más el pedazo de papel que se encuentra caído en el coche de Dean. La puerta del piloto se abre y de manera rápida escondo el trozo de papel en mi abrigo.

— ¿Lista? —él me observa en espera de una respuesta.

Solo asiento con mi cabeza y giro mi rostro por la ventanilla, ocultando mi nerviosismo.

He estado revisando su auto, he encontrado una libreta con miles de escritos, solo alcancé a leer un trozo de papel que se cayó en la alfombra del coche.

Dean me ha estado ayudando en esta semana que no he asistido al trabajo, nos hemos encargado de hacerme un chequeo médico. He puesto a lavar nuestra ropa en una lavandería que encontré a la vuelta de nuestro edificio, hemos hecho unas cuantas compras para el apartamento. Lo más extraño es que hemos congeniado y no hemos tenido discusiones.

Excepto que me negué rotundamente a que entre a la cafetería conmigo. No puedo permitir que intimide a las personas que se me acerquen.

—Estás demasiado callada —su voz hace que mi mente deje de pensar en todo lo que hasta el momento hemos avanzado.

El auto gira en uno de los callejones, es un atajo para evitar el tráfico mañanero.

—Estoy bien, solo estaba analizando lo que ha pasado en la semana. Nada importante— Observo como su mano se aferra al volante y luego una de estas se suelta para ir a la palanca de cambio.

—Me empieza a asustar —su rostro sigue fijo en la calle estrecha en la que nos guiamos.

— ¿De qué hablas?

—Tu padre no se ha pronunciado, sé que sigue aquí en Londres, pero no tengo idea si trama algo. Las salidas que solía hacer en la noche se han suspendido, no me ha llamado para hacer entregas. Deberíamos estar preparados.

Suspiró levemente frustrada.

—Estaba pensando en hacer un curso de defensa personal —Hablo de manera seria, pero Dean comienza a reír.

—De ninguna manera —contesta automáticamente.

—Lo haré, necesito aprender a dar golpes, sé que es una idea loca, pero necesito aprender a defenderme —explico.

—No dejaré que esos supuestos profesores absurdos te pongan las manos encima —niega repetidas veces.

Ruedo los ojos, comenzó nuestra típica discusión de tomar mis decisiones.

—Ellos simplemente hacen su trabajo, no empieces a juzgar —hablo de manera lógica.

—Si quieres tanto aprender a defenderte, yo te puedo ayudar, no te costará nada —me dedica una breve mirada.

— ¿Tú? —estoy a punto de burlarme.

—He golpeado sin razón, recuerdo cuando le partí la nariz a Jones —sonríe un poco.

— ¿Jones? —pregunto de manera confusa.

—Alex Jones, creo que lo hice porque su lápiz cayó en mi zapato —arruga su nariz.

—Que maduro de tu parte —desvío mi mirada para observar la ventanilla, nuevamente.

—Tengo problemas con el control de ira, ese mismo día que le partí la nariz a Alex, mis padres me llevaron a un psicólogo. Me ayudó por un tiempo —se encoge de hombros.