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Salgo de la habitacióncuando ya no escucho la maldita voz de Jean, tampoco las risas de mujeres desconocidas que se instalaron en el apartamento sin consentimiento alguno, al menos que Dean lo haya aceptado. Contengo todas las ganas de gritar, él no tiene derecho, Renato Bass no tiene derecho de empeorar mi vida.

Las latas de cerveza se encuentran tiradas en el suelo, al igual que el cuerpo de Dean.

Con mis ojos adormilados, recojo todo el reguero, no puedo creer que esto haya sucedido, tampoco creo que él lo haya permitido.

—Dean, levántate —con la punta de pie muevo su brazo.

Lo único que recibo de su parte es un gruñido; ruedo los ojos y me dedico a llevar las fundas de basura a la cocina. Comienzo a llenar cubetas con agua y desinfectante para piso, coloco el trapeador a remojar y de manera histérica limpio cada parte del apartamento. Dean se remueve cuando pateo nuevamente su cuerpo.

—Basta —se coloca de pie y me observa con el entrecejo arrugado.

—Mira tú, el macho egoísta despertó de su siesta de ebrio —observo con furia sus ojos adormilados.

—No me acosté con esas mujeres, Aubrey, si es por eso el enojo —bosteza y se gira, me está dejando como una idiota.

—No te pregunté Reynolds, ¿acaso nuestro apartamento es ahora un cabaré? —deposito mi enojo en él.

—Aubrey, cállate —balbucea, mientras se agarra la cabeza — ¡carajo, me duele! —se queja.

Tomo la cubeta y tiro el agua sucia por el retrete de mi habitación, todo luce limpio ahora. Estoy a punto de salir del baño, pero él nos encierra, me tenso de inmediato.

—No me acosté con las tipas que trajo Jean, no soy un puto infiel —camina hacia mí —, ¿es acaso que no te deje en claro mis intenciones? —apega su cuerpo al mío, me está distrayendo.

—Aléjate —trato de separarlo, intento fallido.

—El muy carbón de tu padre invitó a Jean a nuestro apartamento, nos ha lanzado una vez más al peligro. Traté de aligerar toda la mierda, ahora vas a relajar tu carácter de niña caprichosa, porque estamos retrocediendo los pocos pasos que hemos avanzado—sus labios se posan en mi cuello.

— ¿Ese siempre será el plan? —hablo de manera entrecortada.

Respira en mi cuello, provocando que mi cuerpo se estremezca.

—Esto es así, o te salvas, o te colocas la soga al cuello y te condenas —sus ojos brillan de manera voraz.

—Ya estamos condenados Reynolds...

—Esto es el inicio Bambi, no te quejes —muerde mis labios y se marcha a su habitación.

¿A qué jugamos?

(...)

Muerdo mi hamburguesa, mientras Camille ríe de manera escandalosa. Hemos decidido salir junto a Sebastien y paramos en un MacDonald's. Rob suspendió los pocos días laborales, dijo que necesitábamos despabilarnos.

—Deberíamos estar en el cine, se supone que íbamos a ver una película —se queja Sebastien.

—Comer nunca está mal —contesta Camille, mientras muerde su hamburguesa.

—Tienes razón, pero si no hubiera un ser humano enfermo, sabes que estoy a punto de babear sobre ti, necesito unas papas fritas —Sebastien se frota el rostro.

—Solo rompe las reglas —le extiendo la porción de mis papas a Sebastien, el cual se relame los labios.

—Al diablo —mi amigo toma unas de mis patatas mientras la saborea de manera lenta. Ella deja la hamburguesa suspendida en el aire, mientras observa cómo Sebastien se deleita con una patata frita.

ATRACCIÓN PELIGROSAWhere stories live. Discover now