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La puerta de la habitación se ha mantenido cerrada por mucho tiempo, sin embargo, puedo escuchar un juego de llaves y luego la puerta principal siendo abierta, escucho pasos y luego silencio total. Me incorporo y me froto los ojos y visualizo el reloj que se encuentra en la mesita de noche, las 3:00 a.m. y logro dormir como solía hacerlo en mi casa, aunque últimamente vivía en una pesadilla constante sin cerrar los ojos.

Me coloco las pantuflas y camino de manera lenta para no llamar la atención de Dean, porque estoy segura que es él, incluso me juró que solo nosotros teníamos llaves del apartamento. Cuando abro la puerta de la habitación, me asomo por el pasillo y todo se encuentra en silencio, giro y voy directo a la enorme sala.

Mi cuerpo se paraliza al ver el revólver que él sujeta.

Mi vista se enfoca en su cuerpo calmado y sus manos apretando con furia el pequeño revólver, ruego que no presione el gatillo por ningún motivo. Pero al contrario él roza su dedo índice por este.

—Suelta eso— su rostro en seguida se vuelve a mí y su mirada desquiciante me acelera el pulso —, por favor —quiero advertirle toda clase de desgracias que puede evitar, pero las palabras se arremolinan en la punta de mi lengua y soy incapaz de hacerlo.

Su expresión se endurece, apretando mucho la mandíbula.

— ¿Qué son estas horas de estar despierta? —su boca se mueve, pero parece que no es consciente de lo que gesticula —Corderito, responde cuando te pregunto, por favor.

Me abrazo a sí misma y veo cómo juega con el revólver. Su tono de voz es calmado, pero noto la molestia que causé.

—No podía dormir —declaro —. ¿Por qué tienes una pistola?

Mi pregunta es ilógica porque es obvio que sirve para matar o amenazar, pero no me agrada la idea de Dean jugando con eso.

Comienza a reír a carcajadas.

—Sabes corderito, puedo desaparecer al que se interponga en mi camino.

Contengo la respiración.

—Pues no me agrada estar viviendo bajo el techo de un asesino...—parece no agradarle lo que sale de mi boca. Me interrumpe.

—¡Que puta ironía! Eres estúpida —Su voz ronca emite otra risa cargada de burla —¿Renato no es un asesino? —cuestiona, pero al notar que no respondo continua—. Esto es lo que soy, acostúmbrate —se pone de pie y sujeta el revólver con más fuerza —, no me acuses, corderito. Recuerda que viviste todo este tiempo con tu padre, Renato Bass no es un ángel.

Tiene razón, qué estúpida Aubrey.

—No hace falta que me lo recalques —le dedico una mirada amenazante, sin hacerle notar que me tiene temblando de miedo.

—Son verdades que duelen —sonríe claramente tomándome el pelo.

—Deja de jugar a lo que sea que haces, no tienes por qué volver a mencionar mi vida de mierda cuando te dé la gana.

Él niega y vuelve a sonreír, se acerca tanto a mí y toma mi rostro con ambas manos, aún con el revólver en una de ellas.

—A veces las personas necesitan un recordatorio —besa mi frente.

—Por favor, suelta eso...

— ¿Me tienes miedo? —presiona el arma en mi mejilla — ¿Acaso crees que soy capaz de lastimarte?

—Dean, ya basta —me paraliza, me aterra.

—Sabes hice un trato con tu padre, pero no era lo que yo quería —niega levemente con la cabeza, incluso frunce sus labios.

ATRACCIÓN PELIGROSAWhere stories live. Discover now