19

5.3K 372 11
                                    

Mis acciones se encuentran divididas, no encuentro la forma de aclarar mis pensamientos, siento que todo dentro de mi cabeza está a punto de explotar. Mis emociones se encuentran como una montaña rusa.

Todo esto es un infierno.

—Ella es astuta —comienzo a hablar —, nana nos hizo creer en se iba a quedar, pero ella aún conserva sus mañanas —un suspiro cargado de pesar, se escapa de mis labios.

—Sabes me propuse amarrarla cuando la observe con las maletas, lista para marcharse, pero por ilógico que suene. Su discurso me hizo dejarla en paz—Dean fuma de su cigarrillo, mientras su mirada se encuentra fija en una ambulancia que se encuentra parqueada en frente de ambos.

He pasado toda la tarde en el hospital junto a Camille y los tíos de Sebastien. Dean solo viene a asegurarse de que haya comido, no sin antes explicarme sobre la escapada que planeo mi nana. Está a punto de anochecer y sé que él debe marcharse, Renato y Jean lo están esperando.

— ¿Entraste a ver a tu amigo? —la mirada de Dean se posa en mí.

Otro suspiro brota de mis labios, no soy capaz de verle la cara a Sebastien, algo dentro de mí grita que esto fue obra de mi padre.

—No estoy lista —estiró mis piernas del borde de la vereda, en dónde Dean y yo nos hemos sentado.

— ¿Quieres que tome tu mano y escuche lo que Sebastien te dirá? —su mirada azulada me da esperanzas, me hace sentir capaz, pero no puedo solo depender de él.

—Estaré bien, recuerda tienes que irte pronto —cierro mis ojos y siento como no tardan en humedecerse —, ¿Por qué Dean, acaso no podías hacer cosas normales, con gente normal? —he comenzado a llorar, por miedo a que le suceda algo.

Apaga su cigarro, arrojándolo hacia un costado, cierra los ojos con fuerza. Cuando los abre, estos ya están cargados de arrepentimiento.

—No siempre nos refugiamos en los consejos de nuestros padres, somos humanos y en nuestra naturaleza está por seguir lo que no nos conviene. Estamos destinados al sufrimiento, una vez que ya estamos en ello; nos damos cuenta de las situaciones —Su cuerpo se apega al mío, de inmediato mi piel siente su calidez.

— ¿No existe escapatoria, verdad? —tal vez me vea ridícula llorando todo el tiempo, pero me desgarra el alma saber que todos los que me rodean se encuentran en peligro por mí maldita culpa.

—Aún hay tiempo, solo hay que seguirle el paso a Renato, tu padre.

—A parte de seguir sus pasos, ¿Qué más debemos hacer? —trago en seco.

—Lo que tengo como respuesta no es bueno, Bambi.

(...)

La familiaridad de Sebastien hace que me sienta calmada, su rostro está golpeado, pero su sonrisa no se ha borrado, aún.

—Los voy a dejar a solas para que hablen —Camille sonríe con simpatía.

—No es necesario, por favor quédate —mis palabras son suplicantes.

Camille se sienta a un lado, mientras toma mi mano, sé que ella tampoco desea escuchar algo aterrador.

—Iba caminando por el callejón de la entrada trasera de la cafetería, un tipo alto con poco músculo me apunto con un arma. Le dije que no era necesario si quería tomar mis pertenencias, de pronto alguien me atacó por la espalda y los golpes fueron historia —hace una mueca ante el recuerdo.

—Ellos no tomaron sus pertenencias —Camille me observa con pesar.

Es exactamente todo lo que estaba evitando oír.

—Fue mi padre, él te mando hacer daño —informo —Sebastien mi padre es mafioso, me lie con unos de sus trabajadores, una noche termino asesinando a mi hermana por tratar de protegerme. Ahora todo lo malo que sucede es mi castigo, yo lo siento —mi voz se entrecorta provocando que deje de hablar.

Sebastien suspira y trata de tomar mi mano.

— ¡Hey!, somos tus amigos, haremos lo que podamos. Así corramos todo tipo de riesgo te ayudaremos Aubrey, eres nuestra amiga —Sebastien observa a Camille y está prosigue a hablar.

—A partir de hoy somos más que amigos, eres nuestra hermana, demostraste apoyo conmigo y estoy apreciando tu amistad —los brazos de Camille me rodean, acepto su abrazo.

—Los quiero chicos —he encontrado una familia, he encontrado verdaderas amistades.

(...)

Estoy sentada en el taburete de la cocina, mientras mis pensamientos están con Dean, él está con mi padre y la idea no me agrada. Parece que el silencio del apartamento perforarán las paredes y mi corazón late a mil por cada segundo tortuoso qué pasa.

Me enfoco en pensamiento Buenos, en qué Dean es inteligente y sabrá llevar la situación, pero lo único que consigo es una maldita voz interna, diciéndome que Dean está en manos equivocadas.

Me dirijo hacia la cocina y saco una botella de agua, bebo de ella y la deshecho, trato de no darle más vueltas a la situación, pero me es imposible.

La puerta del apartamento es abierta, provocando que mi corazón se salta un latido. Cuando visualizo a Dean en la entrada principal, estoy planeando correr y abrazarlo, pero me congelo cuando no se encuentra solo.

Su mirada me indica que todo va mal, que todo se escapó de sus manos.

—Eres muy bonita —el hombre que lo acompaña, se acerca a mí y aparta mi cabello de los hombros.

—Jean, no es tu gusto —la mandíbula de Dean se aprieta con tanta fuerza que parece hacerse daño propio.

—Mis gusto son excepcionales con las mujeres, querido Reynolds —su sonrisa me asquea por completo.

—Pues no la toques, ella no entra en esto —le advierte al tipo espeluznante que tengo al frente —. Vete a la habitación —me ordena.

—No te voy a dejar solo —contesto con determinación.

— ¡Que muevas tu trasero y te largues a la habitación! —su grito me deja perpleja.

—Tiene Carácter, no puedes decir que no es de mi gusto, querido Reynolds —Jean me sonríe encantado, provocando que sienta asco hacia él.

— ¿Qué esperas? —la mirada de Dean me atraviesa como cuchillas.

—Bien —mascullo, no si antes de azotar la puerta de mi habitación.

ATRACCIÓN PELIGROSAWhere stories live. Discover now