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Sonrío de manera amplia al entrar a la cafetería, me asombro mucho cuando observo a él tío de Sebastien. Rob me saluda y me hace un gesto de brazos abiertos.

De inmediato corro y lo abrazo, Dean disimula la incomodidad que siente al no saber lo que sucede.

— ¡Es un gusto volver a verte! —me envuelve en un abrazo cálido, mientras me dedica una sonrisa amable.

—Veo que se las ingeniaron bien en atender a las personas de la cafetería —su buen humor es contagioso.

—Sebastien sabe cómo ser un jefe —estalla en risa, yo lo acompaño.

—Por lo menos sabe cómo mandar en una cafetería, ya que las confesiones se les dan fatal —sé que se refiere a Camille.

—Hoy te tengo una sorpresa, me admira que hayas llegado muy temprano —mira hacia Dean — ¿Y el muchacho, quién es?

Suspiro, observo de reojo a Dean, ya no tenemos que ocultar nada; ya lo hemos hablado todo y simplemente no hay barreras, ni filtros.

—Él es mi esposo —Hago señales para que Dean se aproxime.

El castaño viene caminando de manera indecisa. Observo a Rob, esto es una sorpresa para él.

—Espero y seas un caballero, porque bellezas cómo está jovencita, no se consiguen en cualquier lugar.

Dean comienza a toser, trato de atrapar mi labio inferior para evitar reír.

—Es un placer conocerlo —Él extiende su mano hacia Rob

—Mucho gusto —Rob se acerca a él y lo abraza.

Al principio Dean se queda tan quieto que parece que no respira, pero luego le devuelve el gesto. Es imposible no caer en los encantos de Rob.

—La casa invita, ¿Deseas un postre o un café? —le sonríe, mientras espera una respuesta.

Dean acepta la propuesta y pide un café con crema. Le hago saber a Rob que yo le preparé el café, mientras los dejo conversando. Hago todo como lo he aprendido, e incluso le dedico más tiempo.

Cuando ya está listo, se lo llevo a la mesa en la que se ha sentado, los clientes comienzan a entrar a la cafetería; lo bueno es que Rob se encarga de repartir las órdenes a los empresarios que realizan la típica rutina mañanera.

Cuando deposito el café en la mesa que al parecer Dean adora; siempre se sienta en el mismo lugar a escribir en ese cuaderno de notas.

— ¿Qué tanto escribes? —trato de arrebatarle el cuaderno de notas, y él lo retira con cara seria.

—Trabajo en algo, es un pasatiempo —sorbe de su café y relame sus labios, es demasiado atractivo.

—Bambi, deja de mirarme de esa forma, estás babeando —él hace una mueca.

Ruedo los ojos.

—Me voy, debo ayudar a Rob. Al parecer mis compañeros se quedaron dormidos —me coloco de pie.

— ¿Me das un beso? —achica sus ojos hacia mí.

Entrecierro los ojos y niego con la cabeza, de manera repetidas.

—Iré a trabajar —suspiro —, si necesitas algo, házmelo saber.

—Sí, necesito que mi esposa me dé un beso —resopla.

—Idiota —mascullo, mientras sonrío.

Giro y me dirijo hacia el mostrador, junto a Rob.

—Ustedes son muy casuales juntos —le entrega un americano a una señora que todo lo que hace es revisar su celular y agradecer entre dientes.

ATRACCIÓN PELIGROSAWhere stories live. Discover now