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Capítulo 3; Postres.

—Perdón por solo haber podido traerte un postre, Shinsou.— Dijo la castaña caminando al lado del peli-morado.

—No te preocupes.— Dijo examinándolo, mientras se colocaban en la fila para que el chico recibiera su comida.—Por cierto, ¿Qué es esto?— Dijo mientras tomaba un poco con la cucharita que le había prestado la muchacha.

—Se llama Suspiro, es muy dulce, así que está bien si no lo puedes terminar.— Dijo con el taper de su comida en sus brazos.— Traje uno para compartir. — Dijo levantado su propia cuchara.

—Ah.— Asintió para llevarse un poco a la boca, ella tenía razón, era muy dulce.

—¿Y bien?— Preguntó esperanzada, ya iban a ser los siguientes.

—Está muy rico.— Respondió simple, recibiendo su almuerzo y colocando el dulce delicadamente en la bandeja.

—¡Qué bueno!— Dijo halagada.— Ahora vamos a sentarnos que ya quiero comer.— Él asintió.

—¡Bastardo, Denki, sueltame!— Escucharon los gritos de un tipo rubio, quien con sus amigos chocaron sin querer con nuestros protagonistas.

Haciendo que el de ojos oscuros botara su bandeja, todos se quedaron quietos, incluidos el rubio que momentos antes lo había provocado.

Aunque claramente la comida no llegó al suelo, y en su lugar, había quedado estática en el aire.

—Deberían ver por donde van.— Dijo algo indignada la castaña.— La comida es sagrada.— Luego de esa oración, todo lo que se encontraba paralizado en el aire volvió a su mismo sitio, en ese momento Shinsou ya tenía a su bandeja en la misma posición antes de ser empujado, y sólo veía como todo volvia a su sitio como por arte de magia.

—¡Wow!— Dijo uno de esos chicos asombrado.

—Para la próxima vean a donde van, tienen suerte de que hayan chocado conmigo.— Los regañó. — Denle una disculpa a mi amigo.— Lo señaló con su dedo.

—Tsk.— El rubio ceniza solo bufó y pasó de largo.

—¡Bakugou, espera! — Dijo uno de cabello rojo.— Lo sentimos mucho — Dijo al de ojeras, quien solo asintió, para luego ir corriendo con el otro a buscar a su amigo.

¡Pero que hijo de ...!— No completó la oración ya que su amigo señaló una mesa vacía.— ¿Uh? Está bien.— Dijo refiriéndose a la mesa, siguiéndolo.

—Gracias por la comida.— Susurró para si mismo, mientras comenzaba a comer.

La muchacha abrió su taper.—¡Ya tenía hambre!— Dijo oliendo el olor de la salsa.

—Por cierto, hace tiempo que no te veía usar tu singularidad. — Soltó antes de llevar un poco de arroz a su boca.

—Ah, eso.— Dijo enrollando el fideo en él tenedor.— Estaba haciendo un challenge de no usar tu kousei por una semana.— Explicó simple.— Aunque sólo duré 3 días...— Se lamentó. — Tendré que ponerlo en mi día...— Pensó en voz alta mientras que el celular salía solo de su bolsillo y entraba a la aplicación mientras ella comía.

—Tienes suerte.— Dijo viéndola.

—¿De qué? —

—De tener esa singularidad. — Espero un momento antes de continuar.— No entiendo porque no estás en la clase de héroes...— Dijo bajando la voz.

—Estoy feliz en estudios generales.— Dijo seria mientras el celular se depositaba solo en la mesa.— Porque pude conocerte a ti. — Sus mejillas se pusieron rosas.—¡Y es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida!— Dijo levantándose de la banca.

—B-Bien, no tienes que gritar. — Dijo esperando no llamar la atención por lo menos ese día.

—Aunque al parecer para ti yo no significo nada.— Comenzó a exagerar mientras se volvía a sentar.

—Claro que no.— Dijo volviendo a su comida.—

—¡Y eso que tu kousei es de la pitirimitri!— Lo señaló con su tenedor.

—Le queda mejor a un villano.— Respondió de mala gana, llevándose algo de comida a su boca.

—¡Claro que no!— Se sintió ofendida.— Es solo que no lo sabes usar.— Dijo obvia.

—Y según tú. — Dijo con su malhumor.—¿Cómo debería usarlo?—

—Piensa en las posibilidades, ayudar en una investigación, hacer que los enemigos revelen la información. — Se perdió en sus pensamientos.— No te concentres solo en lo malo.—

—Eres demasiado optimista.—

—¡Sólo es la verdad! — Contestó con obviedad.

—Lo que digas.— Cerró el tema, volviendo a concentrarse en su comida.

La chica no tuvo más opción que hacer lo mismo, aunque estaba pensando de que forma podría subirle la autoestima a su amigo.

—No hay kousei malo...— Susurró para sí misma.

—Toma.— La voz de su amigo la sacó de sus pensamientos.— Te dejé la mitad.— Observó el postre que había traído para él, con todo lo había olvidado.

—Oh, gracias. — Dijo recibiéndolo y comenzando a degustar.

—E-Espera...—

—¿Qué?—

—Esa cuchara la había usado yo...— Ella ladeó la cabeza.

—No tiene nada de malo.— Dijo simple, continuando.

—Bueno...— Respondió inseguro.

—¿Te sientes cómodo conmigo?—

—Algo así.— Hizo una pausa.— Ya me estoy acostumbrando.—

Ella sonrió. —Que bueno.— Bajó la vista al dulce que ya iba a acabar.

—¿Y tú? —

—¡Soy muy feliz estando contigo! — Exclamó con las mejillas rosas.

—Lo suponía. —

—¡Pero que no se te suba a la cabeza!—

—Como quieras. — Agarró el celular de la latina para ver la hora.— Será mejor que vayamos avanzando al aula.— Se levantó.

—Como quieras. — Lo repitió.

—¿Me estás remedando?—

—¿Me estás remedando?— Dijo con la voz aguda agarrando su taper y siguiéndolo.

Él suspiró, y comenzaron a caminar hacia el salón.

 

Mi razón ; Shinsou HitoshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora