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Una pequeña de cabello castaño se encontraba acostada en su cama, su rostro reflejaba la pureza de una niña en sus plenos 14 años.

Eso se podría pensar hasta que todas las luces de la mansión se apagaron.

Una sonrisa se formó en su rostro y se levantó con cuidado de la cama, sacándose el pijama, debajo se podía apreciar el vestido ajustado y corto de escote de color vino, agarró sus zapatos de tacón y sin hacer mucho ruido abrió la ventana para hacer su escape maestro.

Ale, apura.— Susurró gritando el chico que la veía desde abajo.

Un joven de casi la misma edad con cabello castaño claro y ojos verdes le hacía señas para que bajara rápido.

La chica le tiró los zapatos de tacón negros sin cuidado, con intención de darle en su cabeza, no lograndolo pues el muchacho saltó antes de que llegaran al suelo.

Con quirk no cuenta.— Le reclamó mientras salía por la ventana del segundo piso, saltando hasta el césped.

Lo mismo podría decirte.— La miró con una sonrisa.— Bueno, vamos antes de que nos dejen.— Dijo tomando su mano antes de comenzar a correr por la calle desierta.

Llegando hasta la reja que separaba a toda esa zona.

Buenas, Juan.— Saludó la castaña al vigilante.

¿Señorita De La Cruz?— Bajó un poco la ventana de la casilla.— ¿Qué hace aquí?— Observó al chico a su lado.— Joven Bombace, de usted no me sorprende.— Se cruzó de brazos.

Anda, Juancho, no seas balurdo.— Trató de convencerlo.

No, no, no, si el patrón se entera de que le he dejado ir a su última niña a la calle me cuelga.— Negó con la cabeza.

Pero va a venir mi amigo a llevarnos en su carro, ya wey.— Agregó la menor.

Justo en ese momento apareció una camioneta del otro lado.

Ya ve, anda, no seas malo.— Suplicó el chico.

El vigilante suspiró y abrió la puerta para que pudieran pasar.

Gracias, Juan.— Sonrió la de ojos oscuros.

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Ay, Ale, vas a ver que te va a encantar.— Comentó una de las chicas mayores.

Bien ahí, Leonardo, tu novia es súper bonita.— Molestó el copiloto.

La castaña estaba sentada en el regazo de su cómplice, la tenía bien sujetada por la cintura.

Ya lo sé.— Sonrió orgulloso.

Todo era bromas y risas en la camioneta, ahora estaban de camino a recoger a la última chica.

Hasta que el conductor perdió el control y terminaron chocando con un poste.

Genial, ahora como vamos a llegar a la fiesta.— Dijo de mal humor el oji-verde.

Llegó la grúa hasta el lugar para llevarse el vehículo dañado.

¿Quieren que los lleve a su casa?— Preguntó amablemente el hombre en la grúa.

Todos asistieron y decidieron ir a la casa del conductor afirmando que su padre los llevaría a la fiesta.

Porque sí o sí tenían que llegar.

Mi razón ; Shinsou HitoshiTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon