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Capítulo 4; Compañeros.

—¡Shinsou!— El chico sintió el peso de la castaña en su espalda. —¡Seamos compañeros de ejercicio!— Dijo agarrada como mono en la espalda del oji-morado.

—Me niego.— Trató de quitársela de encima.

—Ya no quedan más opciones.— Dijo obvia, reforzando su agarre.—  No te hagas la difícil. — Bromeó.

Él suspiró. — Pero bajate de mi espalda.—

—¿Acaso te avergüenzas de mi?—

—Sí, ahora bajate o no vamos a empezar nunca. —

—Tienes razón. — Dijo bajando.

Ahora la podía ver mejor, llevaba el típico traje de deportes de la U.A. pero no el chaleco, sino, un polo simple de color blanco.

—¿Por que no usas el chándal? —

—Me muero de calor con esa cosa.— Dijo obvia.— Además de que sudo como puerco.— Lo último se lo dijo más a ella.

—Bueno, ¿Que tenemos que hacer? —

Ella se sentó y separó un poco sus piernas.— Llegar al piso sin doblar las piernas.— Dijo seria.

Él la imitó, sentándose a su lado.—¿Te refieres a los dedos?—

—Sí, pero así no es un verdadero trabajo en equipo.— Dijo levantándose y poniéndose frente a él, separando las piernas a la altura de las de él. — Ahora dame tus manos.—

Acostumbrado, solo la obedeció, ella lo jalaba para su lado, cosa que era demasiado sencillo.—¿Asi?— Dijo con el pecho casi pegado al suelo.

—¡¿Como chucha haces eso?!— Preguntó sorprendida por la elesticidad de quien creía vago por excelencia.—¿Que tan flexible eres?— Dijo ya casi echándose de espalda por jalar los brazos de su compañero.

—Muy buen trabajo, Hitoshi.— Dijo el profesor viendo el trabajo del chico. — Me doy una vuelta y vengo a ver el trabajo de la señorita Areska.— La llamó por su nombre al ser su apellido complicado para él.

Ella soltó las manos del de cabello morado.— Creí que eras un flojo.— Declaró con sorpresa.

—Hago ejercicio casi todo el tiempo— Dijo obvio.

—¡Que envidia!—

—Ahora te toca.— Extendió sus manos, ella los tomó.

—Para que sepas, siempre he sido una floja en educación física.— Declaró triste.

—Sisi.— La ignoró, mientras la jalaba en su dirección.

—¡Me dueleee!— Comenzó a quejarse.— No puedo, Shinsou, me duele.— Él no hizo caso y siguió. —¡Basta!— Gritó sin soportar más el dolor, lanzando sin querer a su compañero por lo menos, dos metros.

Ahora eran el centro de atención, ella se quedó congelada del miedo, lo que menos quería era lastimar a su amigo. Se relajó al ver que se levantaba como si nada.

—¡Intentemos otra cosa!— Gritó ignorando el hecho de que lo había mandado a volar.

Ella sólo asintió.—Perdón por eso. — Dijo sobandose su brazo.

—No te preocupes.—

—¿Que idea tienes?— Dijo curiosa, pero aun culpable.

—Voy a poner mi peso en tu espalda, luego te voy a empujar poco a poco, ¿Bien?— Ella asintió.

Mi razón ; Shinsou HitoshiWhere stories live. Discover now