085

1.7K 124 11
                                    

Nate

-¡Que viva contigo no significa que sea tuyo! -Me gritó furiosa desde el pasillo de mi apartamento. Definitivamente éramos un desastre como amigos, peleábamos mas que como pareja pero a mi no me importaba con tal de tenerla cerca. Se metió al baño toda molesta con el perro detrás de ella listo para bañarlo. Ni siquiera sé exactamente que le molestó, que no haya podido verlo toda la semana desde que lo trajo o el nombre que le puse a propósito sólo para molestarla.

-Vamos a bañarte Simon. -Escuché que le decía al perro y no pude evitar soltar la carcajada desde donde estaba. Teníamos el departamento para nosotros dos durante todo el día ya que Dillon había ido a visitar a su familia pero desde que había llegado traía un humor insoportable, que, insisto, no me molestaba mucho.

Cuando acordamos que viviría conmigo  acepté que viniera a visitarlo por lo menos un ratito mínimo tres días a la semana, pero yo no había dejado de cancelarle porque simplemente no me encontraba en el departamento y no quería que viniera si yo no iba a poder verla, un poco egoísta pero, algo bueno tengo que sacar de haber aceptado a ese animal.

Quince minutos después Simon salió con el perro abrazado en una toalla, ya estaba casi seco pero temblaba un poco aún, se sentó en la otra esquina del sofá claramente molesta y me ignoró por completo mientras jugaba con Simon.

-¿Tienes hambre? -Ni me volteó a ver.

-Simon. -Insistí a los dos minutos.

-Lo lamento, no se si me hablas a mi o al perro. -Y me sonrió como lo hace cuando está enojada.

-Te estoy hablando a ti bonita. -Soltó al perro para que fuera a no se donde y desde lejos vi como se puso colorada. -¿Que quieres comer?

-Pizza. -Hice mueca de asco.

-Sushi. -Volví a hacer la misma cara.

-Tacos. -Nuevamente la hice y me volteó los ojos, sacó un cojín y me lo lanzó en la cara.

-No quiero nada ya. -Me empecé a reír, la verdad es que me encanta molestarla. Se levantó del sofá y se fue por el pasillo a mi habitación, el perro la siguió al instante y yo también.

Cuando entré ella ya estaba acostada boca abajo en medio de mi cama con el perro jugando al rededor de ella.

-No dormí bien anoche. -Eso explica su humor. -Y tu cama me gusta ¿puedo dormirme un ratito?

-Solo si puedo dormir contigo. -Lo dije de broma y sin pensar, pero ella volteó su cara para mi dirección y se asomó una sonrisa en sus labios.

-Si puedes. -No me lo dijo dos veces, me acosté a su lado y acomodó su cara en mi pecho. Un minuto después cuando pensé que ya se había quedado dormida, me dijo:

-No puedo creer que le hayas puesto simon a mi perro.

Cigarette || Nate Maloley EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora