6: Seamos amigos

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Luego de gastar tiempo aseándose y alistándose, se arreglaba el rostro frente a su espejo. Este le había hecho el maquillaje con sus dispositivos especiales, pestañas largas no servían, así que no eligió eso, sino más bien delineado, luces y sombras en los párpados. Estaba a tiempo todavía, planeaba hacer un dibujo o revisar su móvil y sus redes sociales, aunque en realidad nunca hubiera nada destacable en eso.

A veces se preguntaba si las demás hacían más cosas aparte de sus vidas y vivir frente a las pantallas, compartiendo conversaciones frívolas y chismes de todo tipo. La apartaron casi siempre por no verle sentido a eso, ni a los altos, altísimos tacones, y al exagerado maquillaje.

Recordó que no le había preguntado a Adrián si reconoció la canción que tocó, y fue consciente de que tampoco preguntó por el CD que encontró ya funcionando cuando llegó a casa. Claro que no debía olvidar que estaba enojada con él, ¿qué tenía en la cabeza? Dejó los pensamientos acerca del castaño y se recostó un rato en su cama.

Su dron llegó botando lucecitas y siendo seguido por Adrián, quien lo atrapó.

—¡Hey! —reclamó Teresa—. ¡Tengo una llamada, déjalo!

El joven lo retuvo.

—Me causa curiosidad...

¿A quién le daba curiosidad un aparato sencillo como ese? Se preguntó mientras se ponía de pie con enfado e iba hacia él, haciéndole sonreír, marcando sus hoyuelos en sus mejillas. Dejó de lado ese detalle que empezaba a parecerle atractivo y quiso quitarle el aparto, pero él lo levantó, haciendo imposible alcanzarlo por su altura.

—¡Dámelo! —pegó un brinco.

Él retrocedió un paso veloz.

—No.

—¡Esto es importante! —Se lanzó pero por más que saltaba él era más rápido.

Se colgó de su brazo derecho, sosteniéndose con el otro de su hombro izquierdo, quedaron mirándose a los ojos de forma retadora, frunciendo el ceño. Sin querer, la llamada se respondió.

—¡Teresa! —exclamó la rubia casi dejándoles sordos—. ¡¿Cómo te fue?!

Sin embargo, ella solo podía ver el techo, la cámara del dron giró y los enfocó. Ambos intentando forcejar por el aparato, Teresa colgada del muchacho como si no pesara. La chica se ruborizó y bajó sintiendo sus latidos a mil al haber estado tan cerca de él.

Para colmo, era como un árbol al cual no había podido tumbar. ¿De qué estaba hecho?

Resopló y se dirigió a su cama. Adrián, que estaba sorprendido por el holograma que se mostraba con la cara de Kariba y parte de su habitación de fondo, mirándolos confundida, liberó al dron y este se dirigió hasta Teresa.

Lo siguió y se sentó a su lado sorprendido por la claridad y el efecto 3D del holograma, sorprendiéndola a ella también. Teresa intentó apartarlo sintiéndose extraña como pasaba cuando se le acercaba demasiado, ya suficiente había tenido con haber pegado su cuerpo al suyo por pelear por el dron, y sobre todo por su aroma que al parecer nunca se iría ni con mil duchas.

—Oye, sal de mi cama —refunfuñó.

—Quiero ver.

—Que no, déjame hablar, ¡anda piérdete! —soltó al final, frustrada por sus reacciones para con él.

El joven le clavó la mirada, quitándole la respiración un segundo.

—Bien. Me largo, no te fastidiaré más —respondió molesto y saliendo de golpe.

Adán: el último hombreWhere stories live. Discover now