38: No seguiré sin ti

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Adrián se preguntó a quién habían herido mientras corría por los pasadizos de emergencia, se detuvo antes de doblar la curva y escuchó a alguien más, pero al saber que se alejaba continuó con cautela.

Pasó por el área de máquinas y al ver un arma ensangrentada ahí, se alertó. Avanzó con prisa divisando luz en otro ambiente, escuchando a una mujer quejándose. Al llegar vio a la mujer de cabellos rizados activando opciones en un panel al lado de una cápsula a la que debía entrar, con mucha dificultad.

Corrió y la sostuvo, pues ya desfallecía.

—Oh no —dijo al ver la herida en su abdomen.

La alzó y acomodó en la cápsula, revisó el panel y terminó de seleccionar el procedimiento a realizar. Escuchó los zumbidos característicos de los drones y miró con preocupación hacia la entrada.

—Vete, te pueden matar —murmuró Helen con dificultad.

—Pero...

—Estaré bien, es superficial. Si entran, dispararán...

Él no había escuchado la orden de Carla, de algún modo confiaba en Helen, y como era muy lógico, esperaba que la líder buscara capturarlo como fuera. Debía salir, ya que un disparó podía darle a ella también, así solo empeoraba las cosas. Retrocedió y salió corriendo, vio sobre su hombro a los drones ya cerca, que aceleraron al captarlo.


Carla sacó el arma ancestral que había tomado del joven, la alistó por si se topaba con él, por si decidía atacarla en venganza por lo que le había hecho, ya que a pesar de no considerarlo incorrecto, asumía que él, como ser casi irracional, sí. Anduvo por los pasillos y apresuró el paso al escuchar a alguien más, logrando chocar con Diana.

La chica lloraba, la tomó de los hombros y la sacudió.

—¡Deja de llorar y habla qué pasa!

—¡Maté a Helen! —La presión sanguínea le bajó a la líder por la conmoción—. ¡Fue un impulso, no quise...!

—¡Idiota! —La tumbó de un golpe.

Reclutar mujeres potencialmente peligrosas le había pasado factura finalmente, aunque no estuviera dispuesta a aceptarlo, total ella misma le ordenó que se encargara de la mujer, llena de rabia al verla defender a ese hombre que no era más que una bestia insensata que se las arreglaba para no caer en sus manos.

Teresa y Olga entraron al Edén impactando el gran bus floter contra la entrada posterior vidriada, los cristales cayeron como lluvia. Ya no les importó ser sutiles, sobre todo a Teresa, estaba decidida a darle un alto a la situación.

La alarma traspasó sus oídos apenas se abrieron las puertas del vehículo.

—¡Qué pasa aquí! —renegó Olga.

—¡No importa, ve por Carla!

La mujer asintió y fue a buscarla empuñando su arma. Adrián salió de un pasillo a otro que miraba al primer nivel, habiendo perdido a sus perseguidores, y su corazón dio un brinco al ver a Teresa, jadeó, estaba sana y salva.

—¡Tesa!

La chica alzó la vista enseguida y echó a correr a la gran rampa en espiral que conectaba los primeros niveles.

—¡Adrián! —gritó queriendo poder llegar a él tan rápido como sus voces.

Con desesperación subió ignorando el dolor de su herida, mientras él también corría a darle encuentro. Durante esos escasos segundos la preocupación la inundó, todo indicaba que había escapado y lo buscaban tal vez para matarlo. Llegó al segundo nivel cuando él se aproximaba veloz y de un brinco recibió su fuerte abrazo tras gritar su nombre de nuevo.

Adán: el último hombreWhere stories live. Discover now